Declara el maquinista del tren siniestrado
En nota remitida por Juan Ignacio Irrigaría, desde Buenos Aires, el diario digital «Edmundo.es», de España, da cuenta de la versión del maquinista del tren que protagonizó la reciente tragendia en la Terminal de Once.
Señala la nota aludida que Marcos Antonio Córdoba, el conductor del tren que chocó el miércoles en la estación Once causando 51 muertos y 703 heridos, aseguró a la Justicia que él advirtió a tiempo sobre los desperfectos del convoy pero sus superiores no le hicieron caso, informó este sábado la prensa porteña.
«En cada estación le avisaba por la radio al controlador de tráfico quetenía problemas en los frenos. Del otro lado me respondían: «Sigue, sigue, sigue», confió el maquinista, de 28 años, casado y aguardando su primer hijo.
El trabajador ferroviario pasó 36 horas ingresado en una unidad de cuidados intensivos, recuperándose de las heridas que sufrió en ambas piernas, y el viernes pudo declarar ante el juez federal Claudio Bonadio, que investiga lo ocurrido en el expreso de la muerte.
También confió Córdoba que en la anteúltima estación, Caballito, el mecanismo de freno ya había fallado parcialmente. Por eso el convoy se pasó unos metros del límite de detención, al extremo del andén, y debió echar marcha atrás para el descenso y ascenso de viajeros.
Al llegar el tren a la estación terminal, cargando 2.000 pasajeros, el maquinista intentó frenar dos veces con el procedimiento de rutinay luego aplicó el freno de emergencia, pero los mecanismos no funcionaron, con lo cual la formación embistió los parachoques.
Presiones
Córdoba se marchó a su casa después de declarar, pero fue imputado por el juez del delito de «estrago culposo», es decir sin intencionalidad. El fiscal, Federico Delgado, se opuso a que quedara en libertad con el argumento de una posible obstrucción a la investigación, tales como sufrir presiones de sus superiores.
El relato del chofer de la locomotora, si resulta confirmado por las pruebas periciales, descarta la hipótesis del error humano y abona la del «fallo técnico». Ello acrecentaría las responsabilidades penales de la compañía concesionaria Trenes de Buenos Aires (TBA) y de los funcionarios del Ministerio de Infraestructura encargados de controlarla.
El fiscal Delgado pidió al juez una investigación exhaustiva sobre el uso de los millonarios subsidios estatales recibidos por TBA. El ex secretario kirchnerista de Transportes, Ricardo Jaime, está imputado de haber recibido dádivas de TBA y enriquecimiento ilícito
Indignación y rabia por el retraso en el rescate del cuerpo de Lucas Menghini
Los vendedores de la estación de Once, sintieron que un olor nauseabundo emanaba de la carcasa del tren siniestrado y en la mañana del viernes, comunicaron su inquietud a las autoridades. «El funcionario (de Sanidad) que nos atendió dijo que no era nada. Que probablemente estábamos sugestionados con el accidente», contó María Núñez, la dueña de un quiosco que el miércoles pasado presenció el choque del convoy de la línea Sarmiento contra las barreras del andén. Habían pasado 60 horas desde la tragedia y la gente que deambulaba por la estación también comentó sobre el hedor.
En otra parte de la ciudad, el padre de Lucas Menghini Rey presenciaba la grabación de una cámara de seguridad, que mostraba a su hijo abordando el tren en la estación de Padua. Desde que se produjo el accidente los familiares del joven de 20 años lo habían buscado con desesperación en los hospitales donde fueron llevadas las víctimas, en las comisarías y hasta en la morgue. En su peregrinaje recibieron palabras de aliento, pero ninguna pista para dar con el muchacho.
La tarde del miércoles, María Luján Reyes, la madre de Lucas, recibió una noticia que le devolvió el alma al cuerpo. Uno de los bomberos que participó en el rescate dijo haber visto a una persona que respondía fielmente a la descripción del desaparecido. Él mismo lo había trasladado con vida a la ambulancia.
Pero hete aquí que la grabación que vio el padre mostraba a Lucas abordando el cuarto vagón y no el primero, como señaló el rescatista. No cabía duda de que el bombero se había equivocado de persona.
Fatal desenlace
A las 17.30 de ayer viernes, los familiares, enmudecidos, subieron al coche en compañía de dos médicos forenses para reconocer el cadáver. Unos minutos después, un furgón trasladó el cadáver de Lucas a la morgue.
Los amigos de Lucas, que mantenían una vigilia en la estación y repartían volantes con la foto del muchacho a los pasajeros, improvisaron unos carteles que pedían la renuncia del ministro de Transporte, Pablo Schiavi y una inmediata investigación de las tareas de rescate. A la protesta se sumaron decenas de personas que descendían o abordaban los trenes de la línea Sarmiento.
En cuestión de segundos, la terminal y las calles adyacentes se llenaron de gritos. «Asesinos»…»hijos de p…», exclamaban los manifestantes. Uno de ellos subió a un poste y a voz en cuello gritó: «¿saben dónde está la señora presidenta (Cristina Kirchner)? ¡Reposando en su chalecito de El Calafate!», atronó el manifestante, aludiendo a la casa de campo de los Kirchner en la Patagonia. Cómo obedeciendo a una consigna, la muchedumbre comenzó a arrojar todo lo que hallaba a mano contra la fachada de la estación. «!Cristina da la cara. Cristina renuncia!», gritaban.
Los gendarmes dispararon cartuchos de gas lacrimógeno pero viéndose superados en número, pidieron refuerzos. Los ánimos sólo se calmaron cuando uno de los familiares de la víctima número 51 del accidente, tomó un megáfono y con la voz quebrada pidió a la gente que se retirara.
Para entonces, los padres de Lucas Menghini ya habían abandonado la estación. Al llegar a su domicilio hallaron que los vecinos y algunos transeúntes, encendían velas en la acera.