Edición Año XVIII N° 935, lunes 20 de octubre de 2025
RELATIVISMO. Dicen que se valora más aquello que falta cuando falta que cuando se tiene a mano. Cuando se tiene a mano, no lo valoramos de la misma manera, porque total, lo tenemos ahí, podemos verlo, podemos tocarlo, podemos sentirlo, es nuestro.
También se valora más algo cuando nos cuesta sacrificio alcanzarlo u obtenerlo que si nos lo regalaran. Como no nos costó nada, en ese caso, no duele tanto perderlo, como un par de zapatos deportivos (antes le decía championes hasta que me di cuenta que se trataba de una marca, como cuando iba al boliche de la esquina de casa a pedir jugolín, cuando en realidad debía pedir jugo en polvo sabor frutilla, porque jugolín era una marca).
En definitiva, sea por una o por otra, estamos haciendo referencia a la relatividad de la importancia que le damos a las cosas según el momento preciso en el que nos encontramos. Ese relativismo en el que vivimos es el que nos hace ver borrosa la línea de importancia que deberíamos darle a las cosas, y como está borrosa, así percibimos nuestra realidad.
Así estamos hoy como sociedad, relativizándolo todo, lo que nos lleva a tomar posturas muy sueltos de cuerpo a favor o en contra de algo de acuerdo no a nuestras convicciones sino de acuerdo a quién proponga eso mismo que defendemos o defenestramos.
Hay un caso paradójico que hoy estamos viviendo y que tiene que ver con los ceses en la Intendencia de Salto. Hay quienes en 2015 se oponían a los ceses que el gobierno de turno realizaba, los mismos que hoy avalan y apoyan los ceses de 2025, y viceversa. El relativismo con el que algunos viven indica cambios de paradigmas en nuestra sociedad, salvo que pretendamos explicar este fenómeno social y político de una manera más sencilla: revanchismo de unos y arrepentimiento de otros, cosa que ha sido rechazado por quienes se expresan de una u otra forma en las redes sociales, aunque luego uno lee los argumentos que se utilizan y parecen desmentirse.
También se ve posturas en este mismo ejemplo que siempre han estado de acuerdo con los ceses, pero que este fenómeno se trata solo de un cambio de percepción de la realidad (dicho pronto y mal, panquequearon). Este tipo de ejemplo no corre en lo que venimos planteando. Es más honesto haber mantenido el mismo criterio con el correr de los años, es decir, siempre haber estado en contra de todo tipo de ceses, no se estuvo de acuerdo con los mismos en 2015, así como tampoco se está en esta oportunidad, por los mismos argumentos.
Es increíble asimismo ver que aparezcan ahora algunos personajes que buscan sus 15 minutos de fama expresando argumentos que justifican los ceses de hoy diciendo que son los mismos argumentos esgrimidos en 2015, pero casualmente en esa oportunidad estos personajes no pululaban en los medios de comunicación hablando sueltos de cuerpo sino que estaban bien calladitos. En mi barrio a esos personajes los llaman ventajeros. Usan los argumentos que les conviene de acuerdo al relativismo en el que nos encontramos.
A esta altura lo que siento que hemos perdido en el debate diario y que recién hoy me estoy dando cuenta, por lo que escribo estas breves líneas, es el sentido común.
Hasta la semana que viene… y tilo pa’la barra!





