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sábado, marzo 1, 2025
Columnas De Opinión

Apuntes en borrador

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CONTINUACIÓN… seguimos delineando estos primeros apuntes que no son más que un borrador de una historia que venimos escribiendo cada lunes desde esta columna.


DIECISEIS. (Así terminábamos la semana pasada).

Volvió a tomar su libreta con sus esquemas, cotejó algunas fechas. Saltó a su computadora para revisar la edición digital de su diario. Buscó algo extraordinario que hubiese pasado en los días previos a la internación del matrimonio. Las horas pasaron volando hasta que su instinto apuntó a un siniestro de tránsito donde había muerto un médico apenas una semana antes de la internación, a tan solo una cuadra de donde vivía el escritor.

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Sus ojos brillaron.


Unos minutos en el futuro…

Tomó el teléfono de su escritorio en el diario y llamó a un contacto que tenía adentro de la policía, con quien estuvo conversando algunos minutos hasta que le pasó una lista de policías que, según el parte policial de esa noche, habían actuado en el procedimiento del siniestro de tránsito que había protagonizado un camión recolector de la intendencia. Los policías por lo general no son muy amigos de los periodistas, pero había excepciones. En este caso, se trataba de una amistad de cuando Báez cubría la crónica roja.

No eran menos de ocho policías, sin contar los peritos de la Brigada de Tránsito, quienes habían actuado esa noche. Báez contempló la lista, no conocía a nadie, salvo al oficial a cargo del operativo, con quien no tenía buenas migas. Tenía que hablar con cada uno de ellos para saber si alguno recordaba la presencia de la víctima, Taramasco, algo que aún no estaba claro si había estado en el accidente luego de escuchar el ruido del golpe del camión. Por lo que había leído en la crónica de su diario, había sido un choque tremendo contra el muro de una bodega, tras subir a la vereda porque el conductor había doblado en la esquina a gran velocidad y al estar bajo los efectos del alcohol, la espirometría había marcado 2,4 , no tuvo los reflejos suficientes para doblar correctamente y se había ido contra la vereda justo por donde avanzaba un peatón, el médico Juan José Requena, quien había fallecido minutos después del siniestro, tras el vano intento de los médicos de resucitación. La crónica periodística no avanzaba mucho más en el tema porque no había mucho más para hurgar ni informar. Se trataba de un caso cerrado.

Lo otro que vio en la crónica es que, por la espectacularidad del siniestro, había concitado la presencia de bastante público, pese a lo temprano de la jornada. ¿Cabía la posibilidad que Taramasco hubiese estado entre los mirones? Igualmente, no entendía cuál podría ser el nexo entre su repentina enfermedad y un siniestro de tránsito… hasta que finalmente su mente comenzó a colocar las piezas del rompecabezas de forma más ordenada.

Tomó el teléfono y se comunicó con su amigo, el doctor G., quien lo había puesto sobre la pista de esta nueva cepa mortal.

  • ¿Qué me podés decir del doctor Juan José Requena?

(Hasta la semana que viene…)

Por: Leonardo Silva

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