Que extraña rutina la de aplaudir al Sol en los atardeceres playeros, cuando lentamente empieza a bajar y se ve como se ahoga su contorno circular en el mar. Sinceramente no termino de entender la razón de que las personas se pongan a verlo y aplaudirlo y he tenido que salir a preguntar para interiorizarme un poco más en este otro acto de locura social.
Me han dicho que es porque es una muestra de agradecimiento por el maravilloso día, otros al aplaudir agradecen al Sol por el hermoso espectáculo que brindó su puesta, otros porque así como despiden a los artistas esperando que vuelva a salir, aplaudir al Sol es una forma de decirle que al otro día también lo haga. En fin, todas respuestas y fundamentos dignos de un paciente internado en un manicomio.
Por seco, amargo, o casi científico tengo que avisarles que por si no se dieron cuenta, la Tierra va a seguir girando alrededor del Sol en su “baile” astral, y al Sol todavía le queda mucha vida, por suerte, como para que deje de aparecer.
El Sol no tiene intermediarios, ojos y tampoco oídos como para saber que lo están aplaudiendo para “volver” y para “agradecerle”, la Tierra no se va a enojar y va a poner pausa a la rotación, y nada va a cambiar por hacer ruidos con las palmas, lo mismo va a dar que se queden mirando, que sean indiferentes, o que se tiren una flatulencia de tamaño sideral capaz de sentirse desde una reposera en la Luna.
Es más, y para ser un poco catastróficos, el día que no aparezca de nada va a servir haber aplaudido el día anterior, porque va a significar nuestra extinción, ya sea por la explosión del Sol que terminará comiendo a la Tierra, o porque nos quedemos del lado oscuro si esta deja de girar, o porque cayó un meteorito que levantó una capa de polvo que impidió que pasara la luz del Sol y terminamos todos congelados o muertos de hambre; recordemos que a los dinosaurios de nada les sirvió contemplar y aplaudir al Sol (dinosaurios excepto el Tiranosaurio Rex al que no le daban los brazos para aplaudir, y que aún así también murió).
Crecí con la enseñanza de que en la playa se aplaude de forma conjunta solamente cuando se pierde un niño, y por traumado (si, aún recuerdo cuando me perdí, y recuerdo aquella masa sonora de aplausos que se trasladaba por la costa hasta que aparecí del médano donde estaba haciendo mis necesidades) cada vez que se ponen a aplaudir, lejos de pensar en el Sol, pienso en “se perdió alguien” y me levanto como un desquiciado a ver el horizonte buscando algún niño llorando o extraviado.
Y acá estamos, en la costa, ya a punto de ver bajar el Sol, su margen circular empieza lentamente a apoyarse en el agua, el cielo está totalmente despejado y se ve su forma brillante aún sin la necesidad de ponerse lentes con grandes filtros, empieza lentamente a hundirse en el mar y va perdiendo su forma circular que se mezcla con su reflejo en el agua, los presentes nos quedamos mirando hacia él, totalmente hipnotizados, le digo al que tengo a mi costado: “que precioso atardecer, ojalá mañana esté igual”. Prácticamente queda apenas un rezago de la parte superior, miro alrededor, más de uno se levanta de su silla para contemplarlo mejor, y ….. la puta madre, se perdió un niño, todos mirando al Sol como boludos, dejaron a los niños sin supervisión y se perdió alguno.
Al final, no se puede estar tranquilo un día.