Cuando escuchamos de personas quemadas. trozadas u otras atrocidades que nos traen los informativos diarios, pensamos ¿en qué medida se está trabajando para eliminar de nuestro país esta delincuencia?
Es aquí donde entendemos que el poder político se equivoca. Solo es cuestión de tiempo para encontrarnos aquí con la realidad que existe y asombra a otros países.
Hay quienes consideran que la salida a todos los problemas de seguridad está en las sanciones, las penas deben ser duras para “desalentar” a quien piensa que delinquir es el camino.
Craso error, lo dijimos cuando se discutió el problema que solapadamente se escuchaban voces que sostenía que debía instaurarse la pena de muerte o la cadena perpetua para solucionar este tema.
Nada más equivocado. Creemos que por este camino solo se lograría pasar de delitos menos graves a otros de mayor gravedad, porque nadie deja de delinquir pensando en la pena que deberá afrontar si lo descubren, porque cada delincuente está convencido que jamás será descubierto.
Lo hemos sostenido en estas columnas. Pensar en que enfrentamos un problema con una sola causa, es equivocado. El tema tiene muchas causas y creer que solucionando una de ellas vamos a solucionar todo el problema es harto equivocado.
No se trata solo de medidas posteriores al delito, como son las penas, porque casi seguro que esos delincuentes personalmente quedarían fuera del tema por largo tiempo o deberían de quedar.
Creer que la cuestión está en la prevención y con más policías o mayor patrullaje estaríamos solucionando el tema, es también errado.
Estamos ante un problema social que tiene muchas causas, desde las sociales hasta las educativas. Creer que atacando a una de ellas estaríamos solucionando todas, es un error.
Sabemos por ejemplo, que el problema carcelario existe y se manifiesta de diversas maneras en nuestro país. Sabemos que el delito tiene diversos ámbitos y sin embargo jamás se los ataca.
A lo sumo se intenta poner en práctica las medidas que han fracasado rotundamente en otros países, donde llevan muchos años de impuestas más que el nuestro.
Se elude o minimiza los problemas de fondo. Una de las causas sustanciales de todo esto está en la corrupción y es “don dinero”, ese poderoso caballero, que tiene en sus manos el mayor poder. No hay autoridad alguna que este fuera del alcance de él, pero por supuesto que nadie le carga las tintas.
Si queremos hacer algo realmente para terminar con esta masacre de vidas muchas veces inocentes, debemos reconocer la realidad en toda su dimensión.
Hagámoslo antes que sea demasiado tarde, porque el tiempo se acaba.
A.R.D.
