Ayer, un joven desapareció en las aguas del Río Uruguay, en la zona de la ROWIN, mientras se bañaba junto a un amigo en una zona no habilitada.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las lesiones no intencionales son una de las principales causas de muerte y discapacidad, y pueden tener un impacto grave en la vida de las personas. Los ahogamientos son parte de este tipo de lesiones.
Se denomina ahogamiento a la dificultad para respirar causada por la inmersión o sumersión en un líquido. Este incidente puede ser fatal en cuestión de segundos o minutos si no se actúa con rapidez.
A nivel mundial, las tasas más altas de ahogamiento ocurren entre los niños de 1 a 4 años, seguidos por los niños de 5 a 9 años. Según el informe publicado por la OMS, los ahogamientos han causado más de 2,5 millones de muertes en la última década.
Es una causa importante de muertes que puede afectar a cualquier persona, independientemente de su edad. Comprender los factores de riesgo y las estrategias de prevención es esencial para reducir la incidencia de ahogamientos y garantizar la seguridad de nuestros seres queridos.
El Ministerio de Salud Pública, como autoridad sanitaria nacional en su función de rectoría, ha definido los Objetivos Sanitarios Nacionales al año 2030 (OSN 2030). Estos objetivos fueron elaborados a través de la priorización de problemas de salud de la población, según criterios de magnitud y relevancia.
Dentro de los problemas críticos priorizados y resultados esperados, se destaca lo establecido en el Objetivo 2: Disminuir las cargas evitables de morbimortalidad y discapacidad a lo largo del curso de vida. Reducir las muertes y lesiones por ahogamientos en niños de 1 a 15 años.
En Uruguay, fallecieron en los últimos 5 años 189 personas por ahogamiento. Para los menores de 5 años, constituye la primera causa de muerte por lesiones no intencionales, y para los menores de 10 años, la segunda. Los jóvenes entre 14 y 24 años representan más del 30% de los ahogamientos en nuestro país. Por cada persona fallecida, se estima que hay cuatro que requirieron consulta en un centro de salud, quedando algunas de ellas con secuelas que los afectan de manera severa toda la vida.
La mayor incidencia de ahogamientos se observa durante la temporada de verano (diciembre a marzo), cuando la actividad acuática aumenta significativamente, aunque ocurren durante todo el año. Estos incidentes suelen producirse durante actividades recreativas, seguidas por las actividades laborales. Las áreas más críticas incluyen las playas de Canelones, Maldonado, Rocha, y la costa del río Uruguay, así como las piscinas privadas en áreas urbanas y rurales. Los varones tienen una mayor incidencia de ahogamientos en comparación con las mujeres, con una relación aproximada de 4:1.
Prevención y medidas de seguridad
- Niños pequeños: Si un bebé se resbala o gira y cae boca abajo, es posible que no pueda darse vuelta. Nunca debe dejarse solo. Un niño pequeño puede ahogarse en tan solo 2,5 centímetros de agua. Es crucial vaciar todos los recipientes que contengan agua en el hogar, como baldes y bañeras, cubrir los pozos y las piscinas pequeñas, y cercar de forma segura las grandes. Las piscinas deben estar cercadas en sus cuatro lados, con una estructura que no permita trepar, y el cierre debe ser seguro.
- Vigilancia: Los niños siempre deben estar acompañados por un adulto cuando juegan en el agua. Los ahogamientos de los niños más pequeños suelen ocurrir en piscinas privadas y bañeras en el hogar. Mientras los niños estén en el agua, se debe asignar una persona para que los vigile, evitando realizar otras actividades. Se recomienda hacer turnos entre los adultos para un cuidado constante. En el caso de los niños mayores, la supervisión sigue siendo prioritaria. Quien supervise debe poder responder adecuadamente ante una situación de riesgo vital. Además, se deben tener en cuenta diferentes cuerpos de agua, como mares, estuarios, ríos, arroyos, lagos, lagunas, canteras o cañadas. Siempre se debe mantener a los niños bajo vigilancia directa cuando estén en el agua o cerca de ella.
Adolescentes y jóvenes
El agua es un lugar de diversión y recreación, pero también conlleva ciertos peligros si no se toman las medidas necesarias. En la adolescencia, es común que los jóvenes se sientan seguros de sí mismos, confiando en sus habilidades. Sin embargo, es crucial que comprendan los riesgos y tomen precauciones para evitar lesiones y garantizar su seguridad en entornos acuáticos.
- No nadar solos: Aunque los adolescentes sean buenos nadadores, siempre es más seguro nadar en compañía. Si ocurre un incidente o si se sienten mal, un amigo o un adulto puede intervenir y pedir ayuda. La regla es clara: nunca deben nadar sin la presencia de otra persona, especialmente en lugares como ríos, playas o piscinas no vigiladas.
- Respetar las señales: Las señales en playas y piscinas están diseñadas para proteger a las personas. Si ven una bandera roja en la playa, significa que las condiciones del mar son peligrosas, y es fundamental que los adolescentes respeten esta advertencia, aunque se sientan confiados en sus habilidades para nadar. Evitar riesgos innecesarios es la mejor decisión.
- Baños en zonas habilitadas: Los baños en zonas no habilitadas o en horarios sin supervisión de guardavidas constituyen el mayor riesgo en este grupo. La habilidad en el agua y el desconocimiento de los riesgos en diferentes entornos acuáticos, combinada con la imprudencia, pueden ser peligrosas. Cuidarse a sí mismos y a sus amigos es una responsabilidad compartida.
- Cuidado con las corrientes: Existen distintos tipos de corrientes en ríos y playas. No es recomendable nadar contra ellas, ya que esto podría acelerar el cansancio. Un tipo particular son las corrientes de retorno que ocurren en algunas playas. Si alguien se ve atrapado en una de ellas, no debe nadar contra corriente. La mejor opción es flotar, levantar la mano para pedir ayuda (señal internacional de auxilio) o moverse paralelamente a la costa hasta salir de la corriente.
- Evitar el consumo de alcohol u otras sustancias: El consumo de sustancias psicoactivas o drogas de abuso junto con actividades acuáticas constituye una combinación peligrosa. El alcohol reduce la capacidad de tomar decisiones claras, afecta el juicio y debilita las habilidades para nadar, lo que incrementa significativamente el riesgo de ahogamiento.
Habilidades de supervivencia y rescate seguro
Saber mantener la calma y flotar en el agua en situaciones de peligro o cansancio puede ser vital. Además, es importante aprender a ayudar a otros en caso de emergencia.
