Sin entrar en la eterna discusión, de si accidente o siniestro (la principal diferencia para
nosotros se plantea a la hora de comunicarlo porque la gravedad no es la misma), entendemos
que es muy necesario revisar lo que se está haciendo, quienes lo están haciendo, como lo
hacen y sobre todo los resultados de este esfuerzo.
Dicen los técnicos que la mayoría de los “siniestros” se pueden evitar. La diferencia entre un
“siniestro” y un “accidente” es el hecho precisamente que aquel se produce por una
imprudencia, una irresponsabilidad o una falta de previsión, por lo tanto puede llegar a
constituir delito, mientras que esto es algo totalmente imprevisto e inevitable.
Otra de las causas principales es el exceso de confianza en los conductores veteranos, que ya
saben todo. Quienes hemos cubierto periodísticamente muchos de estos hechos verificamos
que muchas veces los conductores no se explican cómo pudieron cometer semejante error.
Cuando conducimos no solo tenemos que tener en cuenta nuestra propia seguridad sino
también la de terceros que en alguna medida en esas circunstancias dependen de nosotros.
Hoy precisamente nos interesa ocuparnos de este aspecto. Cuando conducimos un vehículo
por mejor que conduzcamos, una imprudencia ajena nos puede costar muy caro, incluso la vida
en algunas ocasiones.
Ha habido ocasiones en que si bien podemos haber resultado ilesos nosotros, las
consecuencias para otras personas pudieron ser nefastas. Más allá de que se pruebe o no,
nuestra responsabilidad en estos casos, para cualquier conductor honesto y responsable, las
consecuencias psicológicas pueden ser desastrosas.
En definitiva, también en este sentido la responsabilidad es lo más importante. Muchas veces
algunos errores como “olvidarse” de desactivar un señalero luego de realizada la maniobra
anunciada o peor aún, olvidarse de activar un señalero que alerte a quienes circulan en el
mismo sentido que te aprestas a realizar una maniobra y cual será ésta, puede tener graves
consecuencias.
En algunos países europeos, que disponen incluso de mayor número de cámaras, se toman
fotografías automáticas de estos errores o faltas y al titular de la matricula le llegan también
automáticamente las multas que correspondieran.
Pero mejor aún, estos errores, cometidos en la mayoría de los casos restan puntos en la
licencia para conducir y llegado a cierto límite caduca la licencia.
¿No será momento de que analicemos si no se debe comenzar a imponer aquí también una
medida semejante?
Insistiremos en este tema.
A.R.D.
