Confieso que soy de los que les llama la atención de que celebren los 40 años y nunca antes que sepamos, hubo una celebración, un gesto siquiera de aquella gesta que tuvo lugar el 28 de noviembre de 1983.
Pero confieso que la explicación surge sola. En aquel entonces aún se tenía miedo, el poderío militar estaba presente y aún con sus divisiones y diferentes posiciones eran capaces de imponer lo que querían. El “Rio de Libertad” marcó el fin de la dictadura, la nueva vigencia del pueblo.
Uruguayo soy y tengo claro que esta es la verdadera razón por la que debemos sentirnos orgullosos. Más allá de las diferencias y de las distintas posiciones que cada pensamiento político profesa y defiende, el hecho de que seamos capaces la mayoría al menos, de unirnos, de juntarnos y defender lo más sagrado de nuestra democracia es algo que no tiene precio.
Estas líneas tienen el propósito de destacar la actitud de héroes anónimos, que quizás no todos conocimos ni supimos de su existencia.
Nos referimos a esa señora del edificio vecino, que permitió que el fotógrafo (José “Pepe” Pla) subiera para tomar la fotografía que luego se hizo famosa, sabiendo que estaba haciendo algo que no era del agrado precisamente de los militares.
Nos referimos también a Alberto Candeau, el actor que leyó la proclama y antes había encarnado a Artigas, porque al salir de una de sus actuaciones recibió una amenaza de muerte por haber leído la proclama.
Nos referimos también al periodista Germán Araujo (CX 30), que también fue amenazado de muerte por haberse hecho eco del acto del obelisco.
Hoy cuando el presente nos encuentra distanciados en las ideas y con temor de que aquí también se genere una “grieta”, debemos decir que el gran valor y la distinción de los uruguayos es que somos capaces de unirnos para defender los valores esenciales, los que cimentaron el sistema democrático que hoy nos distingue en el mundo.
Nos gustan la diferencias. Nos gusta que no todos pensemos igual, Nos gustan las discusiones acaloradas y la convicción con que cada uno defiende su posición.
Ojalá no se terminen nunca. Pero por sobre todas las cosas seamos siempre capaces de unirnos y de defender los valores esenciales, porque hoy como ayer es importante salvaguardarlos.
Discrepancias no quiere decir enemistades, Adversarios no significa enemigos. Que los aprendamos todos, porque a la larga deberemos demostrarlo.