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viernes, 9 de mayo de 2025
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Por qué no me gustan las bromas “inocentes”

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Diario EL PUEBLO digital
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Recientemente se ha celebrado en el país, como en gran parte del mundo el “Dia de los Santos Inocentes”, día en que popularmente se lo toma como una jornada propicia para las bromas, algunas de ellas cargadas de mal gusto o malicia al menos.

Conviene situarnos entonces en el origen de estas celebraciones. Es que sucede muchas veces que para eclipsar o “borrar” una celebración popular de la memoria de los pueblos, desde el poder se trata de cambiar el motivo de la celebración. Sucede por ejemplo con el 8 de diciembre, día dedicado por la Iglesia Católica a la celebración de la Virgen María.

Desde otras tiendas, notoriamente opuestas al menos a la liturgia de la iglesia católica se impulsa ese día la celebración del Día de las Playas o el inicio de la temporada de playas.

Es así que cada vez se ven menos pesebres, evocando el nacimiento de Jesús y más arbolitos de Navidad, presididos por Papá Noel, centrando en la llegad de éste el motivo principal de la fiesta.
Sucede lo mismo con el origen del Dia de los Santos Inocentes, establecido por la Iglesia Católica para recordar la cruel matanza de Herodes, el rey de Judea que sabiendo de su origen poco claro en el reinado temía por cualquier otro rey que apareciera.

Fue así que cuando se enteró que habían llegado tres magos (sabios) buscando al rey recién nacido, les encomendó que luego de entregar sus presentes, volvieran a decirle donde se hallaba. Como los sabios no volvieron sino que se retiraron a su país, ordenó asesinar a todos los niños de Jerusalen menores de dos años, con la esperanza de que entre ellos asesinara el rey que acababa de nacer. Estos son los santos inocentes, víctimas de una crueldad increíble.

Con el correr de los años el deseo de eclipsar la celebración cristiana, que para nada tiene que ver con las bromas, fue ganando terrero, hasta que hoy felizmente parece haberse replegado. Como todo lo que se hace presionado, que no tiene un origen auténtico termina cayendo por su propio peso.

Quizás efectuada esta ubicación del tema nos lleve a explicarnos mejor por qué no somos partidarios de las bromas “inocentes”, que de tales no tienen nada, porque como se entenderá ocultan un trasfondo muy cruel.

Por respeto a los niños asesinados por consideración a sus familiares deberíamos al menos evitar toda otra manifestación que procure de alguna manera hacernos cómplices de aquella matanza.

A.R.D.

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