A partir de 1975, la Cancillería realiza un concurso público de oposición y méritos para ingresar al servicio diplomático.
Por mucho tiempo dicho concurso fue promovido a nivel de la capital del país, pese a que existen muchos miembros del cuerpo diplomático procedentes del interior.
“Este año, en el marco del nuevo llamado a concurso, nos pareció conveniente tratar de reclutar más gente del interior y una vez que culmine el período de inscripción – dependiendo de los resultados – organizar las primeras pruebas y examen de inglés justamente en el interior” – indicó a EL PUEBLO el Embajador, Dr. Álvaro Moerzinger, Director del Instituto del Servicio Exterior Artigas.
El aspirante debe contar con un título profesional de una carrera mínima de tres años.
El aprobar el concurso permite ingresar en el escalafón primario de la carrera diplomática, denominado Tercer Secretario.
Los grados siguientes son: Segundo Secretario, Primer Secretario, Consejero, Ministro Consejero, Ministro y Embajador.
Básicamente, la función de un diplomático uruguayo en el mundo no diferencia esencialmente lo que hace un embajador de un tercer secretario.
Los dos representan al país y deben atraer comercio, inversiones y relacionarse con la elite en el país donde están acreditados, contacto con las autoridades a efectos de presentar la opinión de Uruguay, etc.
En Montevideo un diplomático por ley, debe establecerse un mínimo de dos años, trabajar en la cancillería (que a su vez está dividida en varias direcciones, de asuntos culturales, económicos, políticos y asuntos consulares entre otros.
El funcionario que recién integra el plantel debe estar seis meses en cada dirección con la finalidad de conocer a ciencia cierta la mecánica del ministerio.
Posteriormente sale al exterior por cinco años hacia un país donde haya embajada o consulado uruguayo.
Transcurrido ese lapso de tiempo, retorna a su país de origen y se planifica hacia otra dirección.
A lo largo de la función va adquiriendo un perfil de acuerdo al cargo que le es asignado.
Hay funcionarios que demuestran mayor interés en asuntos económicos, otros en el orden político y otras áreas de especial interés.
El Instituto Artigas de Servicio Exterior es la academia diplomática.
La persona adquiere conocimientos en la universidad, pero luego debe especializarse en el instituto.
El funcionario cuando ingresa debe concurrir a cursos donde se perfecciona en idiomas, aprende las normas que regulan las tareas diplomáticas y desarrollar la capacidad de oratoria.
Debe manejar la economía, el derecho internacional, las políticas internacionales, geo política, etc.
Este año son quince las vacantes disponibles para interesados en realizar un carrera diplomática.
Se han flexibilizado las características de las pruebas; las bases se encuentran en la página del ministerio.
Consta de tres módulos: economía, comercio exterior, política y derecho internacional.
El postulante deberá elegir uno de los tres para la prueba escrita y en el oral se sorteará un tema de aquellos módulos que no eligió.
En las bases se da a conocer una bibliografía sugerida y lo demás corre por cuenta del aspirante.
PRIMERA PRUEBA:
7 DE JUNIO
La primera prueba esta planificada para llevarse a cabo el 7 de junio; el período de inscripciones vencerá el 26 de marzo.
“Mantuvimos en la UdeLar una primera reunión con los estudiantes y se advirtió un afán de conocer los pormenores de la carrera diplomática, como se ingresa y hubo una especie de sorpresa al comprobar que es un ámbito muy profesionalizado, abierto y de democrática elección” – subrayó Moerzinger.
El aspirante debe ser una persona sociable, con conocimientos técnicos suficientes, expectativas de cambio y que guste de los desafíos.
El cúmulo de experiencias promueve una mente abierta y otra cosmovisión.
En el caso del actual embajador, su primer destino fue Ginebra y desarrolló en dicha función su perfil económico que es por el cual posee mayor inclinación.
Dentro de las múltiples tareas que cumplió, fue Embajador Alterno en la OEA (Washigton) y luego en Canadá.
El diplomático siempre está regresando cada cinco años a su país de origen, lo que le permite estar en contacto con sus raíces.
“Se hacen dos síntesis en este ámbito…primeramente valorizamos más a nuestro país mirándolo desde afuera.
Uruguay es muy apreciado por su cultura, sus condiciones ambientales y la seguridad.
Si lo comparamos con ciudades desarrolladas, seguimos compitiendo bien” – precisó el diplomático.
En cuanto al ejercicio de la diplomacia en el mundo, existe desde la época de los griegos, cuando el emperador enviaba un emisario a negociar.
El diplomático es esencialmente un agente de paz; muchas guerras se han evitado mediante esta tarea; se cumple a su vez una función de alerta.
Mantienen importantes contactos, abren puertas y manejan información de relevancia.
La habilidad está en detectar los puntos de interés que enlaza al gobierno con aquellos países.
