John Weston, locutor y comunicador
Desde hace 33 años es la voz de Del Lago FM y desde el año pasado se lo ve a John Weston por Canal 4 de Cablevisión junto a Carlos Ardaix y José Díaz en “El VAR del 4”, que vuelve en su Segunda Temporada el lunes 7 de marzo. Weston habló con EL PUEBLO para contarnos algunas historias que le han tocado vivir.
¿Cuál es el primer recuerdo que tiene en la comunicación?
- Empecé en el año 1967 en radio Cultural. Eso es lo que llevo relacionado con radio con algún impase, como las veces que me fui a Estados Unidos, y retomando ahora, que hace 33 años que estoy en Del Lago FM. Hay tanto anecdotario, tantas cosas, es algo tan lindo lo que creas e imaginas mentalmente en una radio, que es inacabable. Siempre digo, por más que internet haya ocupado espacios, la magia de estar entreteniendo a un tallerista, a una costurera, de alguien que cocina, hacer ese trabajo mientras escucha el receptor que reproduce lo que la emisora que tiene sintonizada le está transmitiendo, es inigualable. No creo que eso se vaya a eliminar o a superar en cuanto a calidad de audiencia.

Su aparición el año pasado en un programa de televisión, ¿llevó a romper la magia de la radio cuando la gente comenzó a poner un rostro a la voz que escucha cada mañana?
- Sí, pero es otra situación que tiene ese comunicador. La televisión en vivo siempre vas a ser entrevistado, porque no solamente entrevistado es aquella persona que vos llamás para hacerle preguntas de interés sobre lo que consideras que la gente debe saber, sino que al mismo tiempo se están fijando en ti, que si estás bien peinado, si te afeitaste, ven cómo vas vestido. La imagen en la televisión es casi un 70% más de lo que estás vendiendo como entrega a la gente que está mirando la televisión. Sin embargo, la radio es otra cosa. Por ejemplo, ahora tengo el problema de que estoy perdiendo la voz, me dijeron que es alérgico, me toman el pelo y me dicen que es la vejentud que me está agarrando. Entonces, la voz de la persona o del locutor que está en la emisora, si no es calidad en el sentido de que la persona que te está oyendo la considera así, no le vas a agradar y dice que ese tipo habla lindo, dice lindas cosas, pero si tuviera una voz así o asá, mejoraría mucho. La imagen de la tele es una cosa, la imagen e imaginación del oyente es otra. Siempre digo que el que habla en radio es como la persona que está leyendo un libro, una novela. Está el muchachito o la muchachita, si fuera una película, está el héroe, está el villano y siempre hay una imagen, siempre hay un rostro que el lector se hace de la heroína o del héroe. La radio es igual.
He visto fotos suyas de joven vestido de gaucho…
- Ah si, esa es la época de Los Cantores de Viana. Cuando entro en radio Cultural en 1967 ellos perdían a la voz del bajo, Insaurralde, porque se casaba, se iba a vivir a campaña y no iba a tener tiempo para venir a los ensayos, entonces precisaban un bajo. Siempre tuve voz grave, y además necesitaban un bombo, que le llamaban el bombista, y a veces me tomaban el pelo y me decían “qué hacés, bombero” (risas). Aprendí a tocar el bombo y a su vez las canciones. Nelson Cruz que está por allá arriba y capaz se está riendo mirándome, era el que arreglaba las voces, porque además de él estaba Ángel Dematté, que era un tipo bajo como yo pero que se preocupaba más de la guitarra. Y estaba Eduardo Bisio, que era la voz alta, el tenor, que si llega a estar leyendo, le mando un beso grande para él, su señora y a los hijos. Con ellos estuve cuatro o cinco años, porque después me fui a Estados Unidos.
¿Fue a conquistar América?
- Fui a conquistar el norte. El primer viaje que hice fue bastante lastimoso porque tuve un accidente donde un auto me fisura la cadera, porque para ahorrar dinero no tomaba taxi ni ómnibus y caminaba mucho. Entonces, de la zona en la que vivía al trabajo me quedaba una hora caminando, y tuve la desgracia que un coche me rozara y me tirara lejos. Ahí perdí tiempo, gané unos pesitos porque por la indemnización que cobré no me valoraba mucho por no tener la residencia. Entonces me vine. Después, cuando me fui de vuelta en el 79, aproveché a trabajar bien sin ningún problema hasta el 85, que fue cuando volví y me incorporo a la Del Lago FM que recién estaba saliendo al aire.
¿Qué han sido los amigos en su vida?
- Siempre tuve amigos, siempre tuve aquella persona querida que me ha respondido cuando la he necesitado y me han ayudado, no con dinero porque gracias a dios nunca precisé, sino con algún consejo de cómo actuar o rever alguna situación difícil por la que estaba pasando. Eso es para mí un amigo. ¿Se puede tener amigos en la comunicación? Le pregunto por aquel mito de que son personas muy individualistas, egocéntricas…
- Somos todos compañeros de trabajo, pero por supuesto, hay gente que además de tener eso, tiene aquello de invitarte a comer un asado para dejar de lado las diferencias, y es ahí donde ves a las personas sinceras. Pero amigos en la comunicación que digas me ayudó fulano, son contados con la mano, muy poquitos.
Sin embargo, un grupo de amigos, entre los que usted se encuentra, crearon la Asociación de Profesionales de la Comunicación para ayudar a los comunicadores a profesionalizarse y dejando de lado las diferencias.
- Eso es distinto, porque ahí hay comunicadores no de un mismo medio sino de distintos lugares. Ahí es donde encontrás amigos, que puede ser que vean de otra manera un mismo punto, pero se llega a una conclusión que nos permita a todos ver mejor las cosas, eso fue A.P.C., donde todos nos pusimos de acuerdo en el año 1991. No iba a ser A.P.C., iba a ser A.T.C., Asociación de Trabajadores de la Comunicación, pero como estaba ATC, Argentina Televisora Color, iba a haber confusión, por eso se cambió. Es un grupo donde somos todos muy camaradas.
El año pasado descubrió lo que es la televisión, ¿cómo vivió esa experiencia?
- Siempre le tuve miedo a la televisión, porque como te decía antes, la televisión no es la voz. Hugo Guerrero Marthineitz debe haber sido uno de los tipos en la radio argentina de más audiencia desde los 60 pisando los 80. Espectacular. Pero como él decía (imita la voz) “déjame que salga y me ponga la capucha porque no quiero que me vean”, porque claro, por aquello que la persona que te escucha se hace la imagen, y por su voz se imaginaban a un galán, y él era bastante feo (risas), pero qué vozarrón. Muy poca gente tenía no solo la voz sino la forma de decir las cosas, esa verborragia radial era impresionante. Cuando alguien te escucha en la radio todos los días te idealiza de determinada manera, y cuando te conoce la cara, esa relación que había entre ellos cambia. Por eso le tenía pavor a la televisión, antes tenía que tomar plidex para salir por el julepe que tenía. Pero esta nueva relación que tenemos ahora con la televisión me sirvió de mucho porque alguien me dijo un día, “se nota que te estás soltando”, y eso fue lo que me curó. ¿Qué es la familia en su vida?
- Lo primordial. Tengo mi principal crítica en mi señora, hay veces que llego, me recibe con un beso y me dice que le encantó mi programa. Tiene esa facilidad de desdoblarse y ser una oyente más, deja de ser la señora de Weston que está escuchando y que siempre va a estar en pro de su esposo, si no que ella es una oyente más, que me dice que una palabra la pronuncié mal, que en este momento que estoy quedando sin voz me dice que es alérgico, que tengo que tener cuidado, que vaya a ver un médico. Mi hija también, me dice que hay días que estoy con un pique bárbaro, que ando rapidito como le gusta a los gurises, y hay días que me dice que ya no me escucha porque paso tangos. Claro, no se puede comparar, 74 con 31 (risas).
¿Qué le hace feliz de la radio?
- Que me llamen y me digan, como me dijo hoy de mañana una persona mayor, “lo tengo que felicitar porque todas esas canciones que usted acaba de poner abren el alma de la gente y oxigenan al espíritu y a uno mismo. El ánimo que usted me da con esas canciones, desearía escucharlo todos los días. Lo felicito”. Eso es un mimo que te llena de satisfacción que ves en los mensajes de la gente, como también pasa ahora en la televisión.
Hoy por: Leonardo Silva