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sábado, 8 de marzo de 2025
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El verdadero centro de la cuestión

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Cuanto más analizo el texto de la Ley de Urgente Consideración (LUC), más me convenzo de sus defectos. No es que trate de impedirle gobernar al gobierno actual, porque entiendo perfectamente la motivación que ha tenido el nuevo gobierno para presentar de esta manera, una ley que en realidad es un montón de leyes juntas. 

Es que hemos visto como en otras ocasiones se ha perdido el tiempo en minucias, al punto que cuando se aprueba una ley que se considera vital para el nuevo gobierno, ha transcurrido tanto tiempo que ya no sirve.

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Convengamos que no se trata de esta ley, que hace casi dos años que está en vigencia, sino mucho más que eso. No somos doctos en leyes, pero no es necesario serlo para decidir que es lo mejor para el país.

Lamentablemente vemos como las posiciones se han radicalizado de tal forma que es poco o diríamos casi nada lo que importa el propio texto, las disposiciones que establece. Se toma posición sencillamente viendo quien o que las impulsa.

Uno de los aspectos más controvertidos, tanto en la nueva ley, como lo fue en el período anterior es el de la seguridad. Sin embargo ninguna de las dos posiciones ha hecho centro en la revisión de los operativos que se llevan adelante.

Siempre hubo y habrá abusos policiales. Atribuírselos ahora a la LUC no es honesto, ha dicho el propio Presidente de la República. Lástima, preferiríamos oírle decir que así fuera una sola denuncia y aunque no respondiera a todos los aspectos formales, se investigaría cada operativo policial a fondo, para que no existiera un solo abuso, un solo abusador.

No ignoramos y lo decimos con todas las palabras que existen provocadores, agresores y abusadores en otras filas. Tampoco ignoramos que esta es la mejor forma de lograr argumentos en contra de la ley que se pretende.

Siempre dijimos que hay buenos y malos policías. Los hay honestos y corruptos. Los segundos son traidores, un peligro de muerte para sus propios compañeros. Siempre hemos sabido que el combate a la delincuencia no es fácil, pero nos gustaría que a la hora de respaldar a la policía se tuviera bien clara esta realidad.

Nada, ni nadie dará impunidad. La defensa propia, tan pregonada, tampoco otorga impunidad a la policía, pero la beneficia notoriamente, saber que la jerarquía de un ministerio piensa que debe extendérsela, hace creer a los abusadores que pueden excederse sin temor alguno.

No se puede ignorar que los excesos, los abusos que existieron en nuestro país, fueron amparados por un régimen que no reconocía derecho alguno, más que el de la fuerza. Eso es lo que queremos evitar, nunca más arbitrariedades, apremios y torturas.

A poco se condene esto como aspecto central y se establezcan los controles necesarios, nada tendríamos contra la LUC.

A.R.D.

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