Estimados lectores. Se cumplieron 48 años del Golpe de Estado del 27 de Junio de 1973. Como sucede año a año, se compartieron distintas vivencias y visiones respecto a los acontecimientos de aquéllos años; se narraron hechos históricos conocidos por todos nosotros; anécdotas; opiniones políticas; reproches y algún que otro comentario de dudosa exactitud histórica, que procura distorsionar los hechos, con un clarísimo provecho proselitista. Sin ser nuestro interés el entrar en la discusión ideológica sobre aquélla época, por una cuestión de respeto a los protagonistas que continúan vivos, quienes poseen sus legítimas razones para defender posturas y criterios; por respeto a las heridas que permanecen abiertas y son difíciles de cicatrizar de un lado y del otro; por respeto a una generación de compatriotas que en el lugar que la vida los colocó, defendieron la democracia y la libertad; pero por respeto, también, a otra generación de uruguayos, la nuestra, la que no debe ni puede cargar con culpas, odios y responsabilidades que no le quepan; es que sostenemos la necesidad imperiosa de atrevernos a pasar el umbral hacia el porvenir. Deseamos ansiosamente que la página sea dada vuelta. Anhelamos patrióticamente que se convoque a un gran Acuerdo Nacional, donde los partidos políticos, como fieles representantes de la democracia, zanjen para siempre, el desencuentro que nos ha dividido desde 1985.
Defendemos sin fisuras el pronunciamiento del pueblo en las urnas, el que fue desconocido por el Parlamento; pero, comprendemos de la misma manera, el derecho que tienen las familias de las víctimas de velar por ellos, en el entendido que, la Justicia, debe de ser pareja para todos, de acuerdo con nuestra Constitución, la que en su Artículo 8 reza: ”Todas las personas son iguales ante la ley (…)”.
Los años han pasado y los cucos de antaño quedaron en él; la historia y los hombres racionales, reconocen el esfuerzo de aquellos que apostaron a la pacificación nacional -muchas veces a contramano de los principios con los que comulgaban y comulgan-, tantas veces incomprendidos y otras cuantas malinterpretados.
El Uruguay, es un país joven, donde queda mucha carretera por recorrer. Debe de ser la impronta del futuro, la que guíe los pasos a seguir; siempre en la comprensión de que no existen uruguayos buenos y malos; de que no los hay de una clase y de otra; de que somos por encima de todo, Orientales.
Por lo tanto, hacemos nuestras las palabras vertidas por el ex Senador Juan Martín Posadas –protagonista importante de aquellos años oscuros- quien en el camino de apostar a ese futuro, aludiendo al 27 de junio y a su recuerdo, manifestó: “Si para algo sirve traer a colación el 27 de junio es para revalorizar lo que tenemos, conjurar aquel ánimo descreído en la democracia y en los partidos, honrar a quienes se jugaron por esa parada, y cuidar con más respeto y menos palabrerío barato la libertad, la democracia, el derecho como norma, la democracia como espacio vital y la política como campo de tramitación de las diferencias”.
Si somos capaces, como pueblo, de saldar las deudas y cumplir con la construcción del porvenir, podremos orgullosos gritar al mundo que, supimos derrotar a una férrea dictadura, con esperanza y unidad, aunque lo hayamos conseguido, 45 años después.
Por: Dr. Adrián Báez