JUANJO ALBERTI
Sintetizar en poco espacio lo que significó Luis Sandrini para los argentinos, o más que nada para los rioplatenses, sería muy difícil realmente. Es bien sabido que fue el cómico más importante de la pantalla grande, del teatro y la tele, un referente. Con un rostro muy particular, que encaraba situaciones hilarantes o lacrimógenas, con total naturalidad. Sandrini no fue considerado un galán -pero de traje formal, llámese smoking, paseaba elegancia de galera y bastón- como se mostró de manera notable en «La danza de la fortuna», cuando haciendo de criado Fortunato se casa desde la cama de un hospital «in artículo mortis», con su patrona: la millonaria Doña Fulgencia -Olinda Bozán- para gastarle su fortuna hasta fundirla en lujosos cabarets, con la compañía del mayordomo de la casa, Don Aquiles -Héctor Quintanilla- Sandrini tenía clase, tenía un algo más, siempre. Se metió en la historia misma de la cinematografía, con más de 80 películas, con aquellas inolvidables frases populares que se recuerdan hasta hoy en día: «Mientras el cuerpo aguante!», o «Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa»…

HACIENDO MUCHOS PERSONAJES
Haciendo muchos personajes, a veces les aportaba tartamudez, de ojos grandes y expresivos, desarrollaba una capacidad inusitada para despertar emociones en los espectadores. Había nacido para eso. Héroe de las adoradas matinés durante décadas, en los cines de barrio, fue admirado por su desarrollo actoral y por su imagen de hombre de pueblo. Es que la gente se identificó rápidamente con eso. La de caballero bueno, que era realmente representativo de sus pares, de sus cosas, así el cine fue su plataforma de reconocimiento masivo. En las más de quinientas obras que representó se recorre gran parte de la dramaturgia argentina clásica. Y en la radio y en la tv también agregó a su destacada trayectoria artística la presencia de uno de los personajes con los que más se identificó: Felipe.
¿TE ACORDAS HERMANO QUE TIEMPOS AQUELLOS?
Sandrini estaba formado parte de la compañía teatral de Enrique Muiño y Alippi, donde conoce a su primera esposa, la actriz Chela Cordero. En 1930 estrenan «¿Te acordás hermano que tiempos aquellos?, en el que efectúa el papel de encargado de una fonda. Continuaría más tarde en «Los tres berretines». Ya el 27 de abril de 1933 el destino quiso que marcara presencia en el primer filme parlante argentino, «Tango», alternando con Pepe Arias, Azucena Maizani, Libertad Lamarque, y Tita Merello, algo que a ésta altura resulta histórico. Más tarde, nacería el romance con Tita -que se extendería por casi diez años- cuando ruedan juntos «Don Juan Tenorio», en 1949. Antes ya había sido protagonista principal de inmortales cintas que lo registraron como primera figura del celuloide. Estaba despegado, como se dice ahora.

LO CONVIERTEN EN ESTRELLA
Y las películas llegaban para quedarse en el corazón del público, convirtiéndo a Luis Sandrini en estrella: «Don Quijote del altillo», 1936, «El cañonero de Giles», «La casa de Quirós», ambas de 1937, «El canillita y la dama», 1938, «Bartolo tenía una flauta», y «Palabra de honor», 1939, «Chingolo», 1940, «El más infeliz del pueblo», y «Peluquería de señoras», 1941, «Secuestro sensacional», y «La casa de los millones», 1942, «La suerte llama tres veces», 1943, «Los dos rivales», y «La danza de la fortuna», 1944, «El diablo andaba en los choclos», «El diamante del Maharajá» -Chile- y «La vida íntima de Marco Antonio y Cleopatra» -México- 1946, «El ladrón» -México- 1947, «Yo soy tu padre» -México- 1948, «El embajador» -México- «El baño de Afrodita» (Una cana al aire) -México- «Juan Globo», 1949; brindando en todas grandes caracterizaciones de sus personajes, sobresaliendo con situaciones inesperadas desarrolladas en un argumento donde el era su eje, motor y motivo.

EL PROFESOR «TITO» MONTESANO
En 1969 se inicia la serie del profesor que se lleva mejor con sus alumnos que con sus colegas. Se trata de Horacio «Tito» Montesano, que desde el Secundario se preocupa por cuestiones morales de la vida de los jóvenes y su familia en «El profesor hippie», «El profesor patagónico» y más tarde en «El profesor tirabombas», al compás de las canciones de Los Naúfragos, La Joven Guardia, Piero, Juan y Juan, Silvestre y Katunga, mostrando a un Sandrini con peluca «beatle» o con una gruesa barba, muy reidero. Esos títulos marcaron a varias generaciones, en tiempos de protesta, mientras la carrera del capo cómico continuaba sin cesar, hasta que el 18 de junio de 1980, Sandrini culminaba de filmar lo que sería su última actuación, «Qué linda es mi familia!», bajo la producción y dirección de Palito Ortega para Chango, junto a Niní Marshall y el propio Palito, y comenzó a sentirse mal, siendo trasladado de manera urgente al sanatorio. Quedó internado, y más tarde intervenido en varias oportunidades debido a grandes complicaciones respiratorias que presentaba. La situación se agravó y luego de permanecer por varios días en coma, dejó de existir el 5 de julio de 1980, a los 75 años. Un día como el de hoy, hace 41 años Don Luis partía rumbo al cielo.
EL AMOR NACIO EN MONTEVIDEO
En 1949 Sandrini estaba buscando una actriz reemplazante para la obra teatral -luego llevada a la versión fílmica- «Cuando los duendes cazan perdices», es allí cuando aparece Malvina Pastorino en acción, la mujer de la cual se enamora y se casa, teniendo dos hijas: Sandra y Malvina. Si bien en el inicio la relación no fue muy buena que digamos, por motivos estrictamente de trabajo, nació el amor en Montevideo en 1950, cuando realizaron una gira, y pasearon con un coche descapotable por la rambla, en las inmediaciones del Hotel Carrasco. Contrajeron nupcias muy enamorados también en Uruguay, pero dos años más tarde, el 20 de enero de 1952, en Migues, Canelones, a 70 kilómetros de Montevideo. Gracias a un humor marcado por la inocencia, queda grabado como un sueño en las pupilas del cine, las escenas que registró con su hermano real Eduardo Sandrini, y su «madre de la pantalla», la señora actriz María Esther Buschiazzo, a quien se refiere cuando vocifera «La vieja ve los colores!!». Admirado y respetado por Walt Disney, Roberto Gómez Bolaños y Mario Moreno «Cantinflas», entre tantos, era callado, reservado, y respetuoso en su vida personal.
Juanjo Alberti. Más allá de la nostalgia.