Siempre hemos sostenido que uno de los más graves daños que puede hacérsele al país es sostener y creer casi convencidos, que el nivel de delincuencia que existe en otros países nunca se verá aquí. Casi como si fuéramos una isla blindada e invulnerable para un alto nivel de delitos.
Los últimos acontecimientos nos reafirman en la convicción de que no nos equivocamos, no somos una isla y la famosa “globalización” con sus defectos y virtudes también nos ha alcanzado a nosotros.
Para demostrarlo bastaría analizar en qué nos diferenciamos en estos momentos de un país donde el narcotráfico constituye un verdadero azote y a menudo opera sin que sean notadas sus acciones habiendo corrompido a los más sofisticados sistemas de control.
De eso, hechos recientes dan fe que el narcotráfico, aún en sus primeras etapas en el país va por el rumbo que aspiramos a que nunca nos llegue es decir el de comprar todos los controles “tapándolos” de dinero o bien ahogándolos en sangre y balas, de diferentes formas.
En que nos diferenciamos de esos estados donde el narcotráfico “manda” o aspira a hacerlo, con mucho dinero y por lo tanto también con mucho poder de corrupción. Comparando nuestra cantidad de habitantes con las de estos estados, no somos para nada diferentes.
Lejos estamos de erradicar estos graves problemas de nuestro país, porque de nada nos ha servido y nos sirve combatir las “bocas” de pasta base u otras drogas cuando bien se sabe que se pone preso a algunos de los que están al frente de ellas y a las pocas horas hay otra persona a su frente, hasta a veces en el mismo lugar o muy cerca.
Además no nos equivoquemos, estamos combatiendo al “último orejón del tarro”, aunque éstos se hayan vuelto tan letales como aquellos.
¿De que nos sirve la constatación de que hace mucho tiempo de que estas bandas delictivas operan en el país?,
¿De que nos ha servido sub valorar o esconder el tema de que no toda la policía o los militares son honestos incorruptibles y sólo algunas excepciones no lo son? ¿No son acaso estos policías verdaderos enemigos y traidores de los incorruptibles y si éstos no los denuncian ¿no son cómplices?
Las revelaciones que se conocen en el caso Astesiano prueban que la soberbia es mala consejera y reservarse el poder absoluto sin atender, y sin descartar de antemano, ninguna otra versión no es buena cosa y la hemos visto y comprobado a través prácticamente de todos los gobiernos,
A.R.D.
