La lluvia no dejaba que nadie avanzara y por eso todos los vehículos lo hacían a paso lento. Así estaba el centro de la ciudad ayer a la hora pico, cuando un cielo profundamente plomizo oscurecía el entorno antes de lo previsto y dejaba saber que el fin de semana volvería el clima frío.
La gente debió sacar los paraguas de donde los tenían guardados aunque a mano sabiendo que Santa Rosa no falla en la fecha y que nunca deja a nadie a pie, siempre aparece en el tiempo previsto. Por lo tanto ayer la calle era una sinfonía de camperas, gabardinas y botas de lluvia.
Los vendedores ambulantes, esos que se ganan el pan con lo que venden en la diaria no estaban presentes, así la ausencia de los garrapiñeros, los carritos de venta de panchos y los de maní, no estaban en las calles y su ausencia se hacía notar, ya que si algo tienen los días hábiles es hacer ver que ellos están ahí para saciar un bocado del que pase a su lado.
Empero, los que más trabajaron ayer eran los taxistas, que de estar esperando turno en las paradas y que alguien los llame para hacer algún viaje, pudieron recibir ayer un elenco de llamadas que por momentos saturaban los servicios pese a estar en un fin de mes cerrado, donde hubo Día del Niño y Noche de la Nostalgia incluida. Por suerte la lluvia nos dio una de cal y otra de arena.