El fútbol salteño
Dos meses atrás en una sesión del Consejo Superior de la Liga Salteña de Fútbol, se planteó el imperativo de abrir diálogo con el nuevo Jefe de Policía, a los efectos de interrogar sobre si era posible el retorno de la guardia a los escenarios donde se juega fútbol.
En medio de esas gestiones, se originó la renuncia del presidente de la Liga, Walter Hugo Martínez. Nunca quedó claro cuales fueron los alcances, o las repercusiones mismas de la entrevista. ¿Hubo entrevista con quién o quiénes?.
Lo real es que han pasado las semanas y las fechas consumidas, sin que el fútbol obtenga la garantía en la seguridad que surge a partir de la comparecencia de agentes policiales.
En reciente reportaje aparecido en EL PUEBLO, Néstor Martínez Vital (árbitro), admitió que “algunos de mis compañeros tienen miedo a la hora de ir a la cancha y ser parte de una terna”, desde el momento que surge la desprotección.
Tampoco en las tribunas, sin asistencia de Policía. El domingo que pasó en el Parque Carlos Ambrosoni no faltaron incidentes afuera y en el Dickinson, igualmente más de un peligroso brote, en este caso en el marco del partido entre Ferro Carril y Salto Nuevo.
No es la primera que desde este medio, enfatizamos en el riesgo que supone el desarrollo de espectáculos deportivos generados por la Liga Salteña de Fútbol, SIN SEGURIDAD.
La decisión se expone vacilante y la no voluntad, parte misma de la gambeta.
¡La voluntad de resolver juega a gambetear!
Desde la dirigencia de la Liga, LA RESPONSABILIDAD NO DEBIESE ELUDIRSE.
El vacío de garantía para los espectadores y para los propios protagonistas, es cosa concreta. ¿Cuesta tanto admitir una realidad que va golpeando los ojos y aturdiendo los tímpanos?.
¿Qué tiene que pasar para que la reacción se produzca?
¿O es que alguien tiene que morir? ¿Uno o más de uno? ¿Y quién será responsable? ¿Quién?
En tanto, se tapiza el suelo con la peor enemiga: la indiferencia misma.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-
