Los tres hijos (Enrique, Esther y Carla), el yerno (Darío) y la nieta (Sofía) estuvieron presentes, lo que dio a la velada una carga emotiva aún mayor… Garet se refirió a su vida… y más a su obra, a la que consideró nada menos que una de las más importantes en el concierto de la lírica nacional. La dulce lectura de poemas a cargo de Amalia Zaldúa lo fue confirmando…El público asistente (que desbordó la Sala Escritores Salteños de Casa Quiroga) se sorprendió por la investigación tan minuciosa de Garet, tanto de vida como de obra, de un autor que era para Salto, hasta ahora, un total desconocido: José María Rondán Martínez. El audiovisual preparado por el Departamento de Cultura de la Intendencia conmovió… emocionó a más de uno hasta el llanto. En el final del acto, el Director de Cultura y la nieta del homenajeado quitaron la bandera de Salto para que se descubriera el cuadro con su fotografía y se integrara a la galería fotográfica de la Sala. Es que definitivamente, el café literario celebrado el pasado miércoles significó el retorno a Salto del poeta José María Rondán Martínez.
En la parte medular de su discurso, Garet se refirió a tres libros de Rondán: los éditos “Genealogía” y “Latitud Chuy”, y uno de los que permanecen inéditos: “H.V. 7 bis”. A continuación un resumen de sus palabras.
“Genealogía”
Explicó Garet que “el libro más antiguo que tenemos es ‘Genealogía’, fechado 1969-1970, al no tener ‘Patria Chica’ ni ‘Cien Manzanas’, que no fueron hallados». “Genealogía tiene tres secciones –indicó –: Indio amargo, Amor indio y Genealogía. Indio amargo es él e Indio amargo se proyecta hacia toda la raza suya, la cercana, la de su familia, esto en la sección 1; y la lejana, de su raza charrúa, en las secciones 2 y 3. Rondán Martínez fue, según Jesús Perdomo, la primera persona que acá se sintió absolutamente orgullosa de ser charrúa (…) Y yo digo que viendo todo el movimiento que hay de revalorización de nuestro pasado, tendría que ser reconocido y estudiado como el poeta charrúa. Él no escribe desde afuera, él no es el poeta culto Zorrilla de San Martín, que inventa el indio de ojitos celestes, él es el hombre que está escribiendo desde el fondo de su raza, por eso es el poeta charrúa (…) Como si verdaderamente hubiera puesto un espejo frente a su corazón cada vez que habla de su gente, es una emoción absolutamente auténtica y no es desbordado, eso en literatura es un mérito absolutamente insuperable (…) En la segunda sección hay un poema de amor apasionado a una india, pero es la raza india. Está muy claro que esa india adorada que se abraza y se besa como una mujer es la raza. ¡Rondán se sentía charrúa! La última sección son poemas dedicados a los indios, con lamento y dolor por el genocidio de la raza. Pero tampoco el lamento exacerbado, siempre con una tranquilidad y mirada serena”.
“Latitud Chuy”
“Latitud Chuy es el diario de la monotonía de la vida provinciana pobre. Pero que no asciende a las esferas metafísicas del spleen de Baudelaire. Esta es la monotonía que se queda pegada a las cosas de todos los días, a las patas de la mesa, a la mesa no siempre bien prevista, al dolor por no poder proveer de lo mínimo a los seres queridos. La monotonía y la tristeza individual se cruzan con la pobreza y la tristeza de la población, se cruzan de forma inextricable (…) Este libro es el que tiene de forma más clara la influencia de quien fue el maestro de Rondán, que fue César Vallejo… con quien tiene verdaderamente una relación familiar de sentimientos, tanto por la familia como por la sociedad, y eso se traduce también en que le toma los puntos a la sintaxis de Vallejo. Entonces este libro es vallejiano pero no imita como imitaba al comienzo a Borges, sino que es vallejiano porque Rondán era vallejiano, porque encontró en la lectura de Vallejo su propia forma de escribir. Hay una coincidencia total en los elementos que maneja, incluso en esa religiosidad que se hace presente en Vallejo en forma tan curiosa, tan sorpresiva y también en Rondán. Tiene una lucha no resuelta con la religión, aparece un Ave María, un Padre Nuestro, sobrevolando por acá y por allá, aunque sea para subrayar su ausencia (…) Este libro comienza con el dolor individual de una forma bien marcada (…) Pero es poesía herida, no rebelde. Dos años después pasa a ser poesía rebelde en el libro ‘Nosotros’. En ‘Nosotros’ ese dolor pasa a ser protesta, rebelión, clamor por la justicia, en medio del dolor personal”.
“H.V. 7 bis”
“La más antigua referencia a un loco en la literatura está en la Biblia, cuando Nabucodonosor enloquece y come hierbas como si fuera un toro (…) Pero ¿quién escribe desde la locura no estando loco y habiendo vivido en un manicomio? Solo Rondán Martínez. Estuvo internado por voluntad propia para tratar de curarse del alcoholismo. (…) Un paralelo podríamos hacer con ese otro gran autor de canciones nuestro que es Víctor Lima, que le canta al vino en tono elogioso, Rondán nunca, siempre tratando de salir del alcoholismo, se refiere en un tono muy doloroso a esa situación. Y tratando de salir ingresa al Hospital Vilardebó (…) Su visión es la de un cuerdo total que con una lucidez increíble describe a quienes están a su lado, pero que están tratándose por otro motivo, por demencia. Eso es ‘HV 7 bis’.
Los tres hijos (Enrique, Esther y Carla), el yerno (Darío) y la nieta (Sofía) estuvieron presentes, lo que dio a la velada una carga emotiva aún mayor… Garet se refirió a su vida… y más a su obra, a la que consideró nada menos que una de las más importantes en el concierto de la lírica nacional. La dulce lectura de poemas a cargo de Amalia Zaldúa lo fue confirmando…El público asistente (que desbordó la Sala Escritores Salteños de Casa Quiroga) se sorprendió por la investigación tan minuciosa de Garet, tanto de vida como de obra, de un autor que era para Salto, hasta ahora, un total desconocido: José María Rondán Martínez. El audiovisual preparado por el Departamento de Cultura de la Intendencia conmovió… emocionó a más de uno hasta el llanto. En el final del acto, el Director de Cultura y la nieta del homenajeado quitaron la bandera de Salto para que se descubriera el cuadro con su fotografía y se integrara a la galería fotográfica de la Sala. Es que definitivamente, el café literario celebrado el pasado miércoles significó el retorno a Salto del poeta José María Rondán Martínez.
En la parte medular de su discurso, Garet se refirió a tres libros de Rondán: los éditos “Genealogía” y “Latitud Chuy”, y uno de los que permanecen inéditos: “H.V. 7 bis”. A continuación un resumen de sus palabras.
“Genealogía”
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Explicó Garet que “el libro más antiguo que tenemos es ‘Genealogía’, fechado 1969-1970, al no tener ‘Patria Chica’ ni ‘Cien Manzanas’, que no fueron hallados». “Genealogía tiene tres secciones –indicó –: Indio amargo, Amor indio y Genealogía. Indio amargo es él e Indio amargo se proyecta hacia toda la raza suya, la cercana, la de su familia, esto en la sección 1; y la lejana, de su raza charrúa, en las secciones 2 y 3. Rondán Martínez fue, según Jesús Perdomo, la primera persona que acá se sintió absolutamente orgullosa de ser charrúa (…) Y yo digo que viendo todo el movimiento que hay de revalorización de nuestro pasado, tendría que ser reconocido y estudiado como el poeta charrúa. Él no escribe desde afuera, él no es el poeta culto Zorrilla de San Martín, que inventa el indio de ojitos celestes, él es el hombre que está escribiendo desde el fondo de su raza, por eso es el poeta charrúa (…) Como si verdaderamente hubiera puesto un espejo frente a su corazón cada vez que habla de su gente, es una emoción absolutamente auténtica y no es desbordado, eso en literatura es un mérito absolutamente insuperable (…) En la segunda sección hay un poema de amor apasionado a una india, pero es la raza india. Está muy claro que esa india adorada que se abraza y se besa como una mujer es la raza. ¡Rondán se sentía charrúa! La última sección son poemas dedicados a los indios, con lamento y dolor por el genocidio de la raza. Pero tampoco el lamento exacerbado, siempre con una tranquilidad y mirada serena”.
“Latitud Chuy”
“Latitud Chuy es el diario de la monotonía de la vida provinciana pobre. Pero que no asciende a las esferas metafísicas del spleen de Baudelaire. Esta es la monotonía que se queda pegada a las cosas de todos los días, a las patas de la mesa, a la mesa no siempre bien prevista, al dolor por no poder proveer de lo mínimo a los seres queridos. La monotonía y la tristeza individual se cruzan con la pobreza y la tristeza de la población, se cruzan de forma inextricable (…) Este libro es el que tiene de forma más clara la influencia de quien fue el maestro de Rondán, que fue César Vallejo… con quien tiene verdaderamente una relación familiar de sentimientos, tanto por la familia como por la sociedad, y eso se traduce también en que le toma los puntos a la sintaxis de Vallejo. Entonces este libro es vallejiano pero no imita como imitaba al comienzo a Borges, sino que es vallejiano porque Rondán era vallejiano, porque encontró en la lectura de Vallejo su propia forma de escribir. Hay una coincidencia total en los elementos que maneja, incluso en esa religiosidad que se hace presente en Vallejo en forma tan curiosa, tan sorpresiva y también en Rondán. Tiene una lucha no resuelta con la religión, aparece un Ave María, un Padre Nuestro, sobrevolando por acá y por allá, aunque sea para subrayar su ausencia (…) Este libro comienza con el dolor individual de una forma bien marcada (…) Pero es poesía herida, no rebelde. Dos años después pasa a ser poesía rebelde en el libro ‘Nosotros’. En ‘Nosotros’ ese dolor pasa a ser protesta, rebelión, clamor por la justicia, en medio del dolor personal”.
“H.V. 7 bis”
“La más antigua referencia a un loco en la literatura está en la Biblia, cuando Nabucodonosor enloquece y come hierbas como si fuera un toro (…) Pero ¿quién escribe desde la locura no estando loco y habiendo vivido en un manicomio? Solo Rondán Martínez. Estuvo internado por voluntad propia para tratar de curarse del alcoholismo. (…) Un paralelo podríamos hacer con ese otro gran autor de canciones nuestro que es Víctor Lima, que le canta al vino en tono elogioso, Rondán nunca, siempre tratando de salir del alcoholismo, se refiere en un tono muy doloroso a esa situación. Y tratando de salir ingresa al Hospital Vilardebó (…) Su visión es la de un cuerdo total que con una lucidez increíble describe a quienes están a su lado, pero que están tratándose por otro motivo, por demencia. Eso es ‘HV 7 bis’.