La convocatoria en estos momentos es a la responsabilidad social, aspecto que estimamos resulta difícil de obtener si no se lo ha trabajado y cultivado debidamente antes.
Nos referimos a las vacunas que se han perdido, porque no fueron guardadas debidamente y en las condiciones previstas para asegurarse que no se interrumpiera la cadena de frío, imprescindible para mantener en buenas condiciones las vacunas.
Cuando escribimos estas líneas, aún se ignora quien ha sido el responsable de la negligencia y es obvio que esto debe aclararse debidamente, porque hay mucha gente involucrado. Mucha gente que quizás haya cumplido debidamente con su función y sólo alguien, quizás una sola persona, que ha ignorado el protocolo, se ha desentendido de la responsabilidad que tenía entre manos y no se puede permitir que manche la reputación de todos los demás.
A nuestro entender lo sucedido demuestra que hay personas que no han entendido la importancia de la situación que enfrentamos. Esto es lo delicado y sensible que son algunas de las vacunas recibidas.
Mirándolo de afuera, diríamos que lo primero que pretendemos es que todos los participantes en la logística de distribución de las vacunas, deben asumir la importancia de que éstas se guarden en la mejores condiciones posibles y por lo tanto se debe actuar a la altura de los acontecimientos.
En cambio, en estas circunstancias nos deja la impresión de que alguien no le dio al medicamento la importancia que tiene y sencillamente lo guardó como uno más, aunque nunca se preocupó por conocer y llevar a la práctica las condiciones previstas para el caso.
Si alguien se lo había informado o no. Si se lo había preparado o nó.
Si se entiende que su profesionalidad debió llevarlo a informarse. Si se ajustó al protocolo establecido, es lo que deberá investigarse. En caso contrario estaríamos ante otro de los hechos que tanto nos ha embroncado en tiempos recientes, cuando se descubrieron aparatos y utensilios guardados e inutilizados por el tiempo, aparentemente sólo por un resorte burocrático que determinó que se malograran.
En momentos en que se pide responsabilidad social, evitando aglomeraciones, evitando traslados innecesarios y demás, es difícil pretender que se logre una buena respuesta, cuando existen negligencias como las que nos ocupa, que han sido directa o indirectamente fomentadas desde las más altas esferas.
A.R.D.
Inadmisible
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