Fueron 55 veces. Fueron 55 soplos de vida y de fútbol. De familia.
Porque en definitiva WILSON NÚÑEZ es el de los que no deja de plantear el rol de la familia, como refugio de las más queridas búsquedas y sensaciones.
El 10 de julio en que Wilson llegó a los 55 años.
El delantero del gol que despuntó en Progreso, que llegó a Nacional de Montevideo, que jugó en Argentina, en Chile, en Perú, en Colombia.
El Wilson de selecciones juveniles de Salto, de Progreso, de Salto Uruguay, de Salto Fútbol Club, de Ceibal, de Parque Solari….¡el Wilson!
El que ahora no deja de prolongar su pasión por el fútbol en las mañanas del domingo, cuando el Súper Sénior convoca. Y aunque gradúa la actitud física, dicen los que lo ven….que conserva el estilo y la clase para definir, y que no deja de disfrutar… SIMPLEMENTE JUGANDO.
El fútbol debiera transferirle a Wilson Núñez, la gratitud misma por tantos años de exposición de una categoría generosamente sostenible, más allá del equipo que fuese o del país que fuese.
Siendo orientado por el técnico que fuese o el mismo Diego Maradona, en aquella candorosa ilusión provinciana de Deportivo Mandiyú de Corrientes.
Wilson. A los 55. El fútbol. La vida. Y desde él.
Pertinaz del área. Había que estar ahí. Y definir.
También como él. Con una carcajada en cada gol.
Libre para sentirse él. Como él quiso.
Y como él soñó.
