“Todavía queda gente buena, hay personas honestas todavía…”. Más o menos en esos términos giraba la conversación que mantenían ayer dos vecinas en un almacén de barrio. Una de ellas había dejado su moto en un estacionamiento de calle Uruguay con la llave puesta. Cuando fue nuevamente -ya habían pasado 2 o 3 horas-, encontró un cartelito que decía: «Dejó la llave puesta, comuníquese conmigo», y un número de celular. La señora llamó y le devolvieron la llave en un comercio cercano. Es cierto, aún queda gente amable.
Otro ejemplo… Hace unos días, había mucho aceite y gasoil desparramado en la esquina de Avda. Barbieri y Gutiérrez Ruiz. Era peligroso para resbalar. Un ciclista que pasaba, paró y llamó a los Bomberos para alertar del peligro. Al rato nomás, estos ya habían colocado aserrín encima.
Son pequeños gestos, pero de gran significado. No solo por lo que pueden haber evitado (un robo en un caso, un siniestro en otro) sino también porque reflejan solidaridad con los demás. Se cumple con eso que tanto se dice, que las cosas se construyen entre todos.
Varias veces recibimos reclamos por lo peligroso que se vuelve el tránsito en la rotonda de Avdas. Rodó y Enrique Amorim (entrada al barrio Calafí). Ayer de tarde, alrededor de las 17 horas, pudimos comprobar que realmente es muy caótico. Seguramente tienen razón los vecinos: instalación de semáforos sería la única solución.
