Hace años celebrábamos la llegada a Salto de la Guardia Republicana y lo que eso significaba para el reforzamiento de la seguridad en el Departamento en general y en la ciudad en particular.
Esa fuerza, sumada a la presencia de los destacamentos y seccionales policiales, combatirían a la delincuencia con solidez, dándole a la población un sentido de protección necesario y requerido.
Lamentablemente, cuestiones ajenas a la población, llevaron a que la masiva presencia de ese cuerpo no durara por mucho tiempo, pero, al mismo tiempo, que el patrullaje y la presencia callejera de los guardianes habituales, bajaran considerablemente su actuación, quedando esta, para ocasionales casos.
Barrios enteros, localidades cercanas a la ciudad como Termas del Daymán, y el centro, han visto, así, una baja importante en ese sentido de seguridad que hubo y que es imprescindible volver a tener, porque, en lugares donde no ocurría nunca nada, ya comenzaron a suceder hechos que encienden las alarmas, literalmente.
Quizás las nuevas autoridades comprendan que Salto ya no es una aldea, y que en el reto del Departamento, las prácticas delictivas, también se realizan, y con más frecuencia.