Ayer fue un domingo en que se notó bastante quietud toda la jornada. En la mañana, seguramente porque mucha gente tuvo una larga noche (los festejos por Halloween reunieron a miles de personas), y en la tarde porque el clásico entre Peñarol y Nacional hizo que muchos optaran por quedarse frente a la pantalla.
A propósitos de los bailes que hubo el domingo (con sus habituales horas de «previa» en la misma costanera), fueron una muestra elocuente de que la gente, en general, y sobre todo la juventud, le ha ido perdiendo el miedo al Covid. Se vieron muchos grupos de varias personas juntas, sin tapaboca, compartiendo vasos y botellas, etc.
Fue hace pocos días. Una señora llegó a la estación de servicio de Gobernador de Viana y Varela junto a su hija, a poner nafta en la moto. Una vez colocada la nafta, la cliente y el pistero se dirigieron hacia el interior a pagar con tarjeta, dejando la moto junto al surtidor. Es allí cuando otro motonetista no tuvo mejor idea que pasar a altísima velocidad por el angosto espacio que quedaba entre la moto y el surtidor. De pasada arrancó un espejo de la moto que estaba estacionada y por milagros no atropelló a la niña que esperaba parada a un lado. «Parece mentira las cosas que veo»…en el tránsito de Salto.

Ojalá se reparen pronto las cortinas de todos los ómnibus del transporte urbano. Hace calor, y sin ellas el sol molesta mucho.