Por la emergencia que vivimos, la realización de actividades culturales de todo tipo, como es sabido, prácticamente se ha detenido o son mínimas. Una pena porque, más allá del golpe a quienes viven de esto o simplemente lo disfrutan todo el año, hay fechas puntuales en las que se extraña. Una es la de hoy: el Día Nacional del Libro.
Salvo determinadas actividades por videconferencia organizadas por instituciones educativas, como el Instituto de Formación Docente y alguna más, no tendremos actos en escuelas, recitales de poesía, lecturas de cuentos en lugares públicos, y tantas otras cosas que eran habituales.
Es bueno también hoy reconocer la labor de los canillitas, porque hoy es su día. Fue elegido el 26 de mayo en memoria de Adrián Troitiño Alcobre, fundador del sindicato de los canillitas.
Dos personas que coincidentemente ocupan la presidencia de las comisiones de sus respectivos barrios, uno de la zona sur y otro más cerca del centro, conversaban ayer en un comercio sobre la “desilusión” y el “desánimo” que provoca trabajar por el bien de una comunidad y ver que después muchas de las mejores alcanzadas son rotas por vándalos. Manejaban el ejemplo de placitas con juegos infantiles, que cada vez que se reparan, duran poco los arreglos. “Y ni que hablar –decía uno de ellos- me amarga el tema de la basura, porque la gente exige y después no colabora para nada”.
