Un chofer de ómnibus del transporte urbano comentaba ayer que hay días en que desciende del ómnibus «cada cinco o seis paradas, para sacarme el tapaboca y respirar un poco». Son muchas horas, en un lugar cerrado, a veces el olor a gasoil es fuerte y molesta, también el calor, todo esto hace que sea difícil que alguien pueda permanecer de corrido sin quitárselo aunque sea 5 minutos, explicaba.
Pero al mismo tiempo reconocía que el ómnibus es un ambiente donde se genera un permanente contacto con cientos de personas, por lo que usar este elemento es imprescindible. Y «por suerte la gente lo está entendiendo bien», decía.
Otro comentario interesante que hacía el funcionario es sobre el tránsito. Afirmaba que si tuviera que hacerle una recomendación a alguien que empiece a manejar en Salto, le diría que nunca se confíe en las preferencias, porque es de las cosas que menos se respeta.