Algo de agua ha caído y, con ello, en algo mermó el calor sofocante, el cual, indudablemente, todavía persiste y persistirá.
Si bien se dio un respiro al riesgoso incendio, mal que nos ha mantenido alerta en los últimos días, nos apena saber que, una vez que pase este leve mejoramiento, pueda regresar el peligro.
Tanto en lugares turísticos como en casas de familia, pudimos apreciar el “descontrol” o “ansiedad” al decírsele, pedírsele, que por tiempo determinado se abstengan de prender fuego de cualquier clase. Cunde una rebeldía que, realmente, llega a ser infantil, irresponsable y hasta ridícula. Mal humor, cuestionamientos y enojos, en lugar de aceptación criteriosa al estarse una situación excepcional.

Tanto el turista como los dueños de casa, quieren ese asadito para luego compartir y pasar el momento; pero debemos apelar a la coherencia, pues, luego que los sucesos están en marcha y los resultados son ruinosos, de nada vale el lamentarse.
Una vez más, exhortamos al buen criterio de los ciudadanos, preservándonos, todos, de un mal evitable.