Realmente es sorprendente el grado de irresponsabilidad con el que se actúa en el tránsito salteño. Tanto conductores, como peatones, han demostrado, y lo hacen a diario, que respetar las reglas, importa muy poco. Pero, el grado de falta de resiliencia es imposible de tolerar.
Existen varios puntos de la ciudad que tienen espacios exclusivos de estacionamiento para vehículos de personas con discapacidades o que las transportan. Los mismos, están claramente identificados y se encuentran, especialmente, en lugares puntuales de concurrencia de dichas personas, como por ejemplo, centros de salud.
Pues bien, los demás conductores, en su enorme mayoría sin la problemática de salud de esa minoría a la que se busca, lógicamente, amparar, no poseen la menor sensibilidad al respecto, estacionándose sin ningún miramiento, en esos espacios reservados. Lo vemos a diario.
Pero, lo que más indigna, es la poca respuesta por parte de las autoridades competentes; porque, no basta solamente con aplicarse una multa.
Debería, también, haber algún otro tipo de sanción más contundente, en el sentido que, el que comete ese acto, sabe a ciencia cierta que se está vulnerando el derecho de un conciudadano, y se lo hace de igual manera, adrede.
Son las autoridades quienes tienen la potestad de establecer, entonces, penas más fuertes. ¿Cepo, guinchos, quizás? Tarea domiciliaria.
Lo que no puede seguir sucediendo, es agregarle una complicación más, a una circunstancia de por sí, ya complicada.