El último desfile de Carnaval por calle Uruguay, más precisamente en la zona portuaria, pudo ser apreciada por turistas que hicieron llegar su beneplácito sobre el espectáculo.
Hay que resaltar el esmero con el cual los participantes han venido organizando una fiesta que ya no sólo pertenece a los salteños aficionados a la misma, sino que, también puede ser ofrecida como actividad turística.
Habla bien del trabajo de artistas que desean ver evolucionar su arte; y, al mismo tiempo, de que se está tomando conciencia de que este, no es excluyente de los que muchos mal llaman “mercantilismo”.
La fiesta popular puede y debe ir de la mano del lucro bien intencionado; pues de él, ganan los que hacen posible la cosa, con un buen resultado; los que invierten en brindar servicios; Salto al atraer espectadores y entusiasmar a locatarios renuentes a participar. En fin. Un espiral que se va formando y que no puede ser negativo para nadie.
Nuestro medio puede y debe continuar explotando en el buen sentido de la palabra este tipo de atractivo. Primero, porque forma parte de nuestras más profundas tradiciones y tienen que ser vivida entre nosotros; segundo, porque es un demostrar hacia afuera una riquísima cultura que nada tiene que envidiarle a ninguna otra del mundo.