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martes, 3 de junio de 2025
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Vamos directo a la ruina y la miseria

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Diario EL PUEBLO digital
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Siempre nos llamó la atención, por su claridad y su simpleza la frase que se atribuye a un cacique piel roja en los Estados Unidos, en carta enviada al entonces presidente de los Estados Unidos, la que expresa: Cuando caiga el último árbol y muera el último pez, uds. se darán cuenta que el dinero no se come…
Nada más revelador y más claro que este mensaje ecológico para graficarnos cual ha sido y cual, es nuestra conducta frente a la naturaleza.
Los hombres estamos destruyendo lo que recibimos gratuitamente. Los bienes naturales, comenzando por la tierra y por el aire, además del agua están seriamente dañados, siendo elementos imprescindibles para la vida sobre la tierra.
No busquemos grandes peces, ni el agua dulce, ni en los mares y los océanos, porque manda la depredación, aunque nos neguemos a reconocerlo, el agua está envenenada. Se ha extraído todo lo que tenía valor comercial, sin importarnos un ápice de las consecuencias.
Al mismo tiempo las aguas contaminadas han destruido el hábitat de los pocos peces que ha subsistido y en el mejor de los casos ya no tienen que comer, porque los residuos químicos que han llegado, acarreados por las lluvias, terminaron con la fauna y flora de las que se servían.
Ni que hablar del aire y del oxígeno que nos proporcionaban los grandes bosques verdes, que alguien llamó los pulmones de la naturaleza y la ambición de dinero y riquezas del hombre los ha ido eliminando para transformar esas tierras en las que se asentaban en tierras fértiles, que dentro de pocos años serán desérticas.
Días pasados observábamos con sorpresa como un grupo de científicos celebraba el hecho de haber logrado producir oxígeno en un planeta lejano, carente del mismo.
Acá lo tenemos gratis pero no lo hemos sabido cuidar, sino que lo malogramos y destruimos.
La tierra, que los antiguos incas dieron en llamar “pacha mama”, nos ha regalado, tantos y tantos frutos, que nunca aprovechamos debidamente, sino que llevados por la misma ambición tratamos de producir más, aunque a cualquier costo, envenenando y destruyendo.
Días atrás se celebró el “Día de la Tierra”, establecido por las Naciones Unidas para recordarnos precisamente que se trata de un bien finito, que no lo cuidamos, al contrario lo estamos arruinando y permitimos que se lo siga haciendo.
La mejor forma de celebrar el Día de la Tierra a nuestro entender, es la de promulgar leyes duras a quienes atentan contra ella y fiscalizar su cumplimiento. De no ser así no nos quejemos del mundo que nos espera.
A.R.D.

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