Recuerdo cuando una vez, hace muchos años, un amigo me dijo algo así: «En el Uruguay, si querés llegar a cargos políticos altos, es fundamental que tengas alguna de estas tres cosas: votos, dinero y apellido». Fue una frase que me quedó grabada para siempre, la seguí razonando siempre. Y con el agregado: si alguien tiene las tres cosas al mismo tiempo, es un rey.
Lo de los votos es obvio; lo del dinero puede entenderse por el hecho de que permite, por ejemplo, sustentar campañas propagandísticas más efectivas; ¿y cómo es el tema del apellido? Creo que lo entiendo: sucede que en este país ha tenido y sigue teniendo un enorme peso el poder de ciertas familias. Son familias cuyos apellidos ya de por sí (independientemente de la persona que lo porta) dicen mucho (para bien o para mal), y son personas que además históricamente “coquetean” y “se codean” con el poder, a través del que han obtenido un importante capital económico (¿o por tener ese capital han estado permanentemente coqueteando codo a codo con el poder? ¿primero el huevo o la gallina?).
Dicho esto paso, de alguna manera, a argumentar una afirmación que vengo haciendo en diferentes notas desde hace un tiempo. Esa afirmación es que las elecciones nacionales que acaban de pasar en Uruguay (en realidad el proceso de tres: internas, nacionales y balotaje) han sido una muy inteligente “jugada” del Presidente Lacalle Pou para continuar en el poder. Digo continuar él, en lo personal y en lo familiar. Estoy convencido que se trata de personas que vienen a cumplir mandatos…Cuidado, no estoy diciendo que eso esté mal, ni bien, en definitiva tampoco soy quien para juzgar, si al fin de cuentas, y felizmente, el que termina eligiendo es el pueblo.
Hablo de personas como Jorge Batlle por ejemplo. Y de personas como de repente dentro de algunos años, empiezan a surgir también en el Frente Amplio, lo que pasa es que aún, para estas cuestiones, este sigue siendo un partido muy nuevo en relación a los fundacionales.
Hay familias que mandan y que buscan perpetuarse en ese mando…¿Se entiende? Lacalle es una de ellas. Pero hay varias más.
Vamos con un ejemplo…Fíjese Guido Manini Ríos. ¿Alguien piensa que salió de “abajo de una piedra”, como un mero General que tuvo discrepancias con el entonces Presidente Tabaré Vázquez y que eso lo catapultó hasta incluso ser Presidenciable ya dos elecciones seguidas? No, señor. Se trata de un hombre cuyo abuelo, Pedro, fue diputado, senador y Ministro del Interior en las primeras décadas del siglo XX durante las presidencias de José Batlle y Ordóñez. Debido a diferencias políticas con este, rompió con la línea batllista (parece que los Manini se caracterizan por marcar diferencias donde están) y creó su sector dentro del Partido Colorado, conocido como riverismo, de carácter conservador. Posteriormente fue canciller durante la presidencia de José Serrato y Ministro de Hacienda durante la dictadura de Terra. El tío de Guido, Carlos Manini Ríos, por su parte, también estuvo vinculado a la política. Electo diputado en 1934 y senador en 1946, fue otro dirigente riverista relevante. Fue director del diario La Mañana, fue Ministro de Jorge Pacheco Areco, embajador durante la dictadura cívico militar y luego de finalizada ésta, Ministro del Interior durante el primer gobierno de Julio María Sanguinetti.
Pero si quiere un caso más claro todavía, seguramente el más emblemático de todo lo que estamos hablando, vea el caso de Jorge Batlle. Cinco veces se presentó Jorge como candidato a la Presidencia, casi podríamos decir que tenía que seguir peleando hasta el final con ese mandato que le había sido dado, porque para eso había sido preparado desde antes de nacer. Hijo de Luis Batlle Barres, no olvidemos que este también había sido Presidente. Batlle Berres encabezó el período histórico conocido como «neobatllismo», ¿por qué “neo”? Porque era “nuevo”, ¿respecto a qué?, al batllismo de José Batlle y Ordóñez, de quien Luis era sobrino. Pero no olvidemos que Batlle y Ordóñez era hijo de Lorenzo Batlle y Grau, que también, para variar (entiéndase la ironía) había sido Presidente de la República. En la etapa del neobatllismo, el movimiento batllista se bifurcó y surgió por otro lado la lista 14, encabezada por los primos de Luis: César y Lorenzo Batlle Pacheco.
Y ya aparece entonces el apellido Pacheco. Téngalo en cuenta. Imposible no acordarnos de Jorge Pacheco Areco. ¿Alguien cree que era un mero profesor de Idioma Español y Literatura en liceos de Montevideo y boxeador amateur que además gustaba de hacer política? No, señor. Fue hijo y nieto de políticos. Su padre, médico, también fue legislador, se llamó Manuel Pacheco González, y estaba emparentado con la familia Batlle-Pacheco, ya que su padre, Melchor Pacheco Stewart, era hermano de Matilde Pacheco, esposa del expresidente José Batlle y Ordóñez. Como si fuera poco, su abuelo materno, Ricardo Areco, tuvo una destacadísima actuación política y jurídica.
Pienso ahora en Julio María Sanguinetti. El dos veces Presidente y figura descollante de la política nacional e internacional de las últimas décadas, es Sanguinetti Coirolo. No está de más saber que su abuela materna, Regina Saravia de Coirolo, era hija del caudillo nacionalista Chiquito Saravia, hermano de Aparicio.
¿Se da cuenta usted, estimado lector, del árbol genealógico que estamos repasando? ¿No es acaso una síntesis de la historia política de nuestro país?
Y uno escucha hoy en día que hay políticos que gustan utilizar muchísimo su segundo apellido, como la joven Carolina Ache Batlle (sobrina nieta de Jorge Batlle), o José Amorim Batlle…¡Los Heber en el Partido Nacional! Ahora que digo Partido Nacional pienso, que la precandidata Laura Raffo es hija de Juan Carlos, uno de los hombres de confianza del Presidente Lacalle Herrera. ¿Por qué algunos utilizan ese segundo apellido? Porque, insistimos, en el Uruguay sigue existiendo “el peso de los apellidos”. Claro, en algunos casos puede pesar negativamente, ¿no? ¿O usted, acaso, no está pensando en Bordaberry?
Pero vuelvo a Lacalle Pou. Es hijo de un Presidente (Luis Alberto Lacalle Herrera) que es nieto nada menos que de Luis Alberto de Herrera…Pero es hijo además, de un Lacalle que no solo fue Presidente entre 1990 y 1994, sino que además intentó volver a serlo otras veces posteriores. Por eso pienso firmemente que este Presidente actual, Lacalle Pou también lo va a intentar. Son mandatos. “Deben hacerlo”. Llevan consigo un deber implícito. Entonces lo hará, no tengo dudas, lo hará dentro de cinco años, y para eso el mejor escenario no era que ahora gobernara Delgado, sino todo lo contrario: era que gobernara (y así será) el Frente Amplio.
Pienso que fue suya y solo suya la “jugada” de ubicar a Ripoll como compañera de fórmula de Delgado; que fue suya y solo suya la “creación” del colorado Andrés Ojeda, con quien impedía que el Frente Amplio ganara en primera vuelta (porque el Partido Colorado creció) pero a su vez sus votantes no eran afines al Herrerismo, por lo que en el balotaje votarían a Orsi o a nadie…Y varias cosas más que, en definitiva, son estrategias. Capaz que está bien, capaz que no…Insisto que trato de describir algunas cuestiones desde mi perspectiva, simplemente.
Lo invito a un último razonamiento por hoy. ¿Cree usted que un abogado de 40 y algo de años, con muy poca trayectoria en política y menos como profesional de la abogacía, habría sido Presidente de la República si no fuera hijo de Lacalle Herrera, que a la vez es nieto de Luis Alberto de Herrera? Imagine que su nombre fuera Juan Rodríguez; ¿usted cree que hubiera corrido la misma suerte?
¿Queda claro a qué me refiero cuando hablo de genealogía, dinero y poder? Por eso dije lo que dije. Porque la historia también manda.