UNICEF Uruguay presentó hoy “No creas”, su nueva campaña institucional que busca sensibilizar sobre las consecuencias que la violencia contra las mujeres tiene en niños, niñas y adolescentes. La campaña pone el énfasis en que los niños expuestos cotidianamente a situaciones de violencia hacia sus madres son víctimas directas, no testigos de esa violencia.
La presentación estuvo a cargo de Francisco Benavides, representante de UNICEF Uruguay; Lucía Vernazza, oficial de Protección de UNICEF Uruguay y Victoria Blanc, oficial de Comunicación de UNICEF Uruguay. Contó con la presencia y comentario de Beatriz Argimón, vicepresidenta de la República, en ejercicio de la presidencia.
La campaña se podrá ver en distintos formatos y medios, además de distintas expresiones artísticas, durante el mes de noviembre.
“No creas” está basada en la investigación El impacto de la violencia de género en la infancia y la adolescencia: relatos de vida (Rostagnol et. al, 2021), que recoge testimonios reales de personas adultas que crecieron en hogares donde había violencia contra sus madres.
El estudio identifica en las historias al menos cuatro tipos de manifestaciones de esta violencia: violencia verbal, violencia psicológica, violencia física y, en los casos más extremos, violencia sexual. Todas estas formas de violencia impactan en el desarrollo de niños, niñas y adolescentes, a nivel tanto cognitivo como afectivo y emocional.
Tipos de violencia
Violencia verbal: es una de las violencias más frecuentes y normalizadas en los núcleos familiares. Se expresa en gritos, insultos o discusiones subidas de tono. Ocurre entre la pareja adulta, pero también desde las figuras responsables hacia niños, niñas y adolescentes, y queda presente en las dinámicas de todo el grupo familiar. Esta violencia configura, en muchos casos, una instancia previa a otro tipo de violencias.
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Violencia física:
se observan conductas de violencia física en la pareja, como golpes, ataques, agarres de cuello y ahorcamientos. Además, en ocasiones en que niños, niñas y adolescentes quieren mediar en situaciones de disputa en la pareja, se observa violencia físicas pacíficamente hacia ellos. Incluye desde golpes ocasionales hasta castigos recurrentes o golpizas.
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Violencia psicológica:
se observan conductas como el menosprecio, la humillación, la culpabilización y el destrato. Es una forma de violencia que se produce entre personas adultas y desde ellas hhacia niños, niñas y adolescentes. El aislamiento o el enfrentamiento son otras de las estrategias de manipulación psicológica que aparecen con frecuencia en este tipo de situaciones. La ruptura de redes afectivas y de sostén deja a la víctima en un lugar más vulnerable y, por tanto, más fácilmente manipulable. Por último, la amenaza es otra forma en que se expresa esta violencia y que, como resultado, imposibilita el movimiento o la transformación de la realidad, ya que induce miedo a las consecuencias que esto podría generar.
Violencia sexual:
las situaciones de abuso sexual también forman parte de las diversas violencias intrafamiliares. Los relatos dan cuenta de ocasiones en que esta violencia se ejerce dentro de la pareja adulta, pero haciendo partícipes a niños, niñas y adolescentes de modos más o menos directos, e incluso de situaciones en que también fueron dirigidas hacia ellos y ellas. Las modalidades del abuso sexual son amplias y tienen en común el silencio que acompaña a la situación, muchas veces por la vergüenza y la cercanía familiar entre víctima y victimario.
Vivenciar cómo alguien ejerce violencia hacia sus madres y otras mujeres a cargo de su cuidado tiene el mismo impacto en niños, niñas y adolescentes que si la violencia estuviera intencionalmente dirigida hacia ellos mismos.
Según los últimos datos disponibles, 1 de cada 5 niños, niñas y adolescentes (unos 228.000) vive en hogares donde su madre sufrió algún tipo de violencia en el marco de una relación de pareja o ex pareja en los últimos 12 meses. (Segunda Encuesta Nacional de Prevalencia Sobre Violencia Basada en Género y Generaciones, 2019, en Uruguay).
El mismo estudio refleja que un 19,5% de las mujeres (1 de cada 5) declara haber sufrido violencia por parte de su pareja o ex pareja en los últimos 12 meses y, del total de mujeres que vivieron violencia por parte de su pareja en los últimos 12 meses y conviven con niños, niñas o adolescentes en el hogar, un 28,8 % declara que esas agresiones sucedieron en presencia de ellos.
Los niños y niñas que viven en hogares donde se ejerce violencia hacia las mujeres crecen entendiendo la violencia como una pauta normal de relación, en entornos donde las relaciones violentas y el abuso de poder son una forma diaria de convivencia. De este modo, internalizan un modelo negativo de relación que no solo daña su desarrollo, sino que forma parte de la manera en que se relacionarán en el futuro.
Es posible cambiar
La experiencia de la violencia trae consigo efectos sobre la forma en que apreciamos a otros e interactuamos con ellos. Si bien los niños, niñas y adolescentes que crecen en hogares donde existe violencia basada en género internalizan la violencia como una pauta de relación, como la violencia es un fenómeno sociocultural, es posible transformar tales condiciones para terminar con ella.
Si no se pone fin a la violencia contra la mujer, no se pondrá fin a la violencia contra los niños, niñas y adolescentes. Y no se pondrá fin a la violencia contra las futuras mujeres si los niños, niñas y adolescentes siguen creciendo en hogares donde existe violencia.