Una triste realidad

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Según el ministerio de Interior, la mayoría de la muertes que tienen lugar hoy en el país, se deben a la lucha por la territorialidad, que mantienen las bandas del narcotráfico. En un país donde nos hemos acostumbrado a que el “ajuste de cuentas” es algo normal, no debiera sorprendernos que el Uruguay figure en segundo lugar en la cantidad de homicidios, de acuerdo a la cantidad de pobladores, entre los países de América.

Entendemos que a la policía “se les escapen” los narcotraficantes y la mayoría de las veces logran capturar la mercadería, pero no detener a nadie. Es que como se ha comprobado últimamente, los delincuentes generalmente manejan armas de fuego, incluso mejores que las que tienen quienes supuestamente les combaten.

Es que nadie puede pretender que un funcionario público, llámese policía, militar o de cualquier otra forma, arriesgue su vida, sin pensar en su familia y demás, para perseguir o enfrentarse al narcotráfico.

Liliana Castro Automóviles

Siempre hemos dicho en estas columnas. El tema es social y ”manda”

“don dinero”. Frente a esta situación entendemos en primer lugar que quien se corrompe pasa a ser un enemigo, un traidor y un sicario, que pone en riesgo a sus propios compañeros, cuando se alquila o se venden las armas que la ley les autoriza a portar supuestamente para defenderse, se está traicionando a un compañero de armas y pasa a ser un enemigo.

Pero aún cuando no se justifique jamás, ni lo aceptaremos, entendemos a quien asume esta actitud. Cuando alguien paga diez veces más para mirar hacia otro lado y “liberar” cierta zona o similar entendemos por qué lo hace.

Y decimos que es un tema social, porque esto es lo que fomentamos, lo que inculcamos, cuando dejamos de lado toda moralidad, toda justicia social y vamos tras el dinero que todo lo “justifica”.

Estas líneas vienen a raíz de la persecución que se dio en el Cerrito de la Victoria (Montevideo), donde tras un intenso tiroteo los delincuentes abandonaron un fusil, de los que aún no dispone la policía, con un poder fuego monstruoso y el automóvil.

Los delincuentes eran cuatro, que finalmente lograron escapar a pie, abandonando el automóvil y tras asesinar a un joven. Es el Uruguay que tenemos hoy y seguramente de no asumir el rol que nos cabe para solucionarlo en el largo plazo (porque entendemos que en el corto no la hay), la cuestión seguirá agravándose.

Si creemos que con sanciones más “duras” lograremos erradicarla nos equivocamos. No hay soluciones inmediatas, nadie está a salvo y mientras no se entienda esto seguiremos cayendo.

A.R.D.

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