Siempre nos opusimos al secretismo y esta vez no será diferente. Nos referimos a la medida adoptada por la Intendencia de Montevideo de declarar “reservada” la información proporcionada por el Instituto Clemente Estable, sobre estudio de existencia del virus en el trasporte de Montevideo.
Siempre hemos sostenido que lo que se oculta del pueblo, lo que se hace a sus espaldas, por mejores intenciones que se tengan, es erróneo. El oscurantismo, el secretismo, la “reserva” que impide acceder a dicha información es la forma más utilizada para ocultar y tapar información que es de interés público.
Ojalá se recapacite y se den a conocer las cifras y porcentajes sobre este maldito virus que existe en los ómnibus de Montevideo. Esto es lo que debe hacerse y no sólo en el transporte departamental de Montevideo, sino también en el servicio interdepartamental, porque los rumores en este sentido abundan y el temor a contagiarse en los ómnibus, uno de los servicios de mayor riesgo, crece y se dispara cuando se intenta ocultarlo.
Pero no nos extraña la actitud de la Intendencia de Montevideo, como tampoco la de algunas empresas que prácticamente han prohibido que se dé a conocer la situación real y concreta.
En el fondo es el mal manejo de la información. No todo el mundo está capacitado para manejar acertadamente la comunicación y para informar sin alarmar. En estos casos se pone de manifiesto.
Aún recordamos cuando años una empresa de transporte interdepartamental (la más grande del país hoy ya desaparecida), intentaba ejercer presión sobre los medios de comunicación para que no se informara y sobre todo no se fotografíara a sus coches cuando se accidentaban.
Es lógico, es normal, porque las consecuencias de estos hechos nunca serán positivas para estos servicios, pero no es acertado, en cuanto lo peor que puede hacerse en estos casos es ocultar la información.
Esto es lo que alienta los rumores, lo que da cierta credibilidad a la información deformada, manipulada y manejada de acuerdo a determinados intereses.
En cambio la liberación de toda la información, por más grave que sea, lleva a ganar confianza, credibilidad y respeto a la información que se nos proporciona. En estos momentos, creemos que ningún uruguayo puede sentirse contento de la situación que vive el país, pero nada peor y más negativo que ocultar o prohibir la información que necesita el pueblo.
Es de esperar que se lo entienda y que se apunta el esfuerzo que se hace, no a ocultar, sino a atemperar y ubicar en su justa dimensión el problema que vivimos.
A.R.D.
Una medida equivocada
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