EL PUEBLO conversó con Gonzalo Corrales, técnico del sector de Anatomía Patológica del Hospital Regional de Salto, sobre la reciente incorporación de equipamiento clave para el laboratorio. Con entusiasmo y una claridad didáctica poco habitual, Corrales fue desgranando la importancia de estas herramientas para el diagnóstico clínico.
Apenas comenzada la charla, detalló que el servicio incorporó tres equipos fundamentales: un dispensador de parafina con plancha fría y caliente, un procesador automático de tejidos y un micrótomo de rotación semiautomático. “Son la base del trabajo diario en anatomía patológica”, explicó, subrayando que cada uno cumple un rol específico dentro del circuito de preparación de muestras.
Automatización y precisión: las claves del cambio
El volumen de estudios en el área ha aumentado en los últimos años y, con ello, la necesidad de agilizar y estandarizar procesos. Corrales señaló que la automatización “permite dar continuidad al trabajo incluso durante la noche, cuando no hay personal en el laboratorio”. A su vez, el dispensador de parafina ayuda a reducir costos y optimizar el uso del material.
Sin embargo, el corazón de la mejora está en el micrótomo de rotación semiautomático. “Nos permite generar cortes más precisos y más finos, lo que se traduce directamente en mejores diagnósticos para los pacientes”, explicó.
Si bien advirtió que los tiempos de entrega no cambiarán de forma drástica —porque el diagnóstico final siempre depende del análisis de la anatomopatóloga— sí remarcó que la calidad del material ahora será mayor, lo que permitirá trabajar con láminas más claras y definidas.
Beneficios directos para el paciente
“Todo esto viene a mejorar la calidad del material y, por ende, del diagnóstico”, sostuvo Corrales. Un laboratorio en mejores condiciones repercute directamente en la precisión del informe final, especialmente en áreas críticas como el estudio de lesiones tumorales.
Para el equipo, la incorporación del equipamiento fue motivo de verdadera satisfacción. No solo por la tecnología en sí, sino también porque vino acompañada de mejoras en la infraestructura del laboratorio, algo largamente postergado. Hubo cambios en la luminaria, en la parte eléctrica, y se reforzaron los sistemas de extracción de químicos y campanas de bioseguridad.
“En Uruguay la anatomía patológica suele ser el área olvidada. Siempre en un subsuelo, siempre en el peor lugar. Y muchos ni saben lo que hacemos”, comentó con crudeza. Por eso valora especialmente que la nueva dirección haya apostado a reacondicionar el espacio, alineándolo con las reglamentaciones actuales de salud laboral.
Un oficio que combina técnica y vocación
Corrales explicó que durante décadas gran parte del trabajo del técnico se hacía de forma artesanal, casi manual. Pero hoy el mundo avanza hacia lo automatizado, y estos equipos permiten controlar mejor los procesos sin perder el toque profesional. “Estamos trabajando con muestras únicas e irrepetibles. No es una carnicería ni un supermercado”, dijo, remarcando la sensibilidad del trabajo.
La conversación derivó finalmente en lo personal. Con más de diez años como funcionario público, Gonzalo expresó un profundo orgullo por trabajar en el HRS. “Para mí es fundamental. Me encanta trabajar acá. Tengo una vocación de servicio muy marcada. La salud pública me formó desde niño y quiero que siga siendo pionera”, afirmó.
Agradecido, cerró la charla con la misma disposición que mostró en toda la conversación: “Quedamos a las órdenes, para lo que necesiten”.
EL PUEBLO además tuvo la oportunidad de recorrer el sector de Anatomía Patológica del HRS junto a los técnicos Jeanette Garaventa, Gonzalo Corrales y Karen Pereira, quienes tuvieron la gentileza de explicarnos el proceso y utilización de los nuevos equipos.










