-A las variantes, Junior Aliberti las fue ejercitando en la recta final. Estaba claro que la consigna fue una: la evolución de un equipo que en el primer tiempo, había expuesto escasa vitalidad creadora y mínimas situaciones de gol.
Apenas en los primeros minutos, cuando Javier Gómez disparó de 25 metros y la pelota se desvió. Pero en la recta final y por momentos, Salto resonó de otra manera. Por lo menos, supo de un lineamiento ofensivo superior y con Braian Rodríguez en cancha, el equipo potenció más la llegada.
En los 32′ la habilitación de Fagúndez fue perfecta y Jonathan Lúquez definió con derecha al palo en que el arquero no podía llegar. Una manera de sembrar y Luquez sembró en medio del acecho del reloj que consumía minutos y Salto sin alcanzar la distancia.
El gol fue un grito de liberación. Salto debía ganar y ganó. Tacuarembó se fue con la bronca masticada por dos penales reclamados y que el árbitro pasó de largo. Las dudas quedaron incrustadas.
Tacuarembó fue duro. Durísimo, más la influencia vigente de Luis Ney Pintado.
Hasta supo de momentos donde ejerciendo superioridad conceptual y técnica, más un par de situaciones netas y una pelota en el palo.
Los tres puntos en el bolsillo de Salto. Eso generó serenidad de espíritu. Pero será una semana de correcciones. De evitar tantas flacuras en más de un aspecto.
Principio quieren las cosas.
En esa noche del grito por única vez. En la noche del grito liberado.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-
