Dicen que lo mejor del ser humano emerge en las adversidades. Las dificultades nos hacen más fuertes y nos impulsan a pensar ideas novedosas para hallar resultados distintos.
Hace mucho tiempo venimos imaginando un nuevo escenario para Salto y su gente. Creemos que llegó el momento de transformar la realidad, de ilusionarnos de nuevo como sociedad, de romper los esquemas que no ofrecen respuestas y que a muchos los llenan de dudas, de desesperanza.
Es un momento bisagra y todos tenemos que ser conscientes de la importancia que tiene el derecho a elegir, para que otros no tomen decisiones por nosotros y nuestras familias. En un simple acto, que a la vez está lleno de simbolismo, podemos empezar a cambiar nuestro destino y es lo que está a punto de ocurrir.
Hace meses vengo insistiendo con propuestas superadoras que podrían dar respuesta a los problemas de los salteños, que no son una simple sensación sino que son reales. No hay lugar del departamento que visitemos en el que el tema recurrente no sea la falta de las condiciones básicas para vivir dignamente. Desde el trabajo y la vivienda hasta el futuro de nuestros jóvenes. Todo es incertidumbre.
Por varias razones Salto dejó de ser una tierra de oportunidades y eso me duele muchísimo. Pero al mismo tiempo me inspira y me desafía como salteño al que sus coterráneos han honrado una y otra vez con su respaldo. Tenemos que hacer algo y es urgente. No se trata de una estrategia de campaña, no tiene que ver con intereses personales ni partidarios. Claramente está en juego el destino de este hermoso departamento y tenemos que transformar esa rebeldía en un voto útil pensando en lo que vendrá. Basta de lamentarnos por lo que no se ha hecho, impulsemos una sinergia colectiva para el gran cambio.
Créanme que hice todo lo posible desde la responsabilidad en el Senado de la República. Puse a Salto en la agenda de los principales temas y conseguimos muchos resultados que le cambiaron la vida a cientos de familias. Los refuerzos presupuestales para los CAIF, las gestiones por los planes de viviendas (incluyendo la solución definitiva para los mal llamados deudores del BHU), las medidas que impulsamos en el marco de las políticas de frontera, los beneficios que le propusimos al Ejecutivo para el sector turístico, y tantas iniciativas más pensadas para Salto.
Imaginen cómo estaría nuestro departamento si no recibiera fondos por casi 12 millones de dólares anuales de los distintos programas nacionales que impactan directamente en la vida de los salteños. Sin dudas que el panorama sería más crítico aún.
Fuimos protagonistas en esos escenarios donde se discute y se define la distribución de los recursos presupuestales. No crean que estuvimos ausentes, no podría sacar a Salto de mi mente y de mi corazón. Pero está a la vista que nuestro esfuerzo por conseguir beneficios para el departamento no ha sido suficiente.
Hace diez años no hemos tenido la posibilidad de tomar decisiones, de gestionar el gobierno departamental; nos genera impotencia no poder llevar a cabo las ideas que, estamos convencidos, cambiarían el curso de la realidad.
Las necesidades que vemos son tantas que si la gente nos da la oportunidad implementaremos la mayor política de shock que conozca el departamento. Habilitaremos todos los mecanismos de financiamiento posibles para dinamizar la economía, haciendo obras, trayendo inversiones, generando condiciones para que los jóvenes proyecten con entusiasmo su futuro; impulsaremos a los sectores más vigorosos del departamento que han sido descuidados durante tanto tiempo.
¡Claro que podemos hacerlo!
Pero debemos tener presente que el cambio empieza el 30 de junio, si no participamos conscientemente de esta elección después puede ser tarde.
Si nos respaldan, después de las internas los colorados iremos unidos por ese Salto del futuro que todos nos merecemos.
Lo vamos a hacer mejor, solo les pido que se atrevan a soñar en grande.
