Desde que la posibilidad de que Uruguay adquiera una vacuna contra el COVID 19 apareció en el horizonte, también aparecieron los resquemores, propios y entendibles por otra parte, desde el momento en que todas las vacunas conocidas han sido autorizadas como emergencia, debido a que ninguna de ellas ha superado todas las exigencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esto ha replanteado una situación innegable: Uruguay “no existe” a la hora de negociar de acuerdo a las actuales normas del mercado, debido a que es hasta cien veces más chico que algunas de las naciones denominadas “ricas” y poderosas en el mundo.
En estos días hemos escuchado afirmar que en los países “ricos” que ya están vacunando, existe casi la certeza que no solo se están vacunando los sectores más sensibles al COVID 19, sino que también se están inoculando a jóvenes y otros sectores que no tienen el mismo riesgo frente a esta pandemia.
Asombrarse frente a esto es por lo menos ingenuo. Mientras aquí habrá que esperar por lo menos un mes más para comenzar a vacunar los sectores más sensibles (salud y ancianos internados en casas de salud), en estos lugares se afirma que están capacitados para vacunar hasta un millón de personas por día. Vale decir que de ser lo mismo en Uruguay en tres días se vacunaría prácticamente el cien por ciento de la población.
A nadie debe extrañar esta situación, debido a que integramos un país minúsculo en el conglomerado de las naciones. Hay que tener en cuenta que la humanidad se compone de 7.000 millones de personas y lo intereses que mueven el mundo son los mismos en todos lados: la ambición, el dinero, la posesión cuanto más mejor.
Cuanto más grande la amenaza, menos escrúpulos para llevar a la práctica aquello de “sálvese quien pueda” y siempre podrán más y estará en mejores condiciones, los más poderosos, que en alguna medida son los responsables de las catástrofes.
Llegará el momento de optar y elegir entre salvarse ellos o salvar a nuestros seres queridos y no queremos ni saber cual será la decisión, probablemente secreta. No queremos ni saber si en alguna oportunidad debe optarse entre los niños indefensos e ignorantes de todos los peligros y su propia vida…
Quizás ahora s3e entenderá mejor por qué rechazamos frontalmente la política de mercado, donde más vale el que más tiene…
A.R.D.
