Que el hombre es testarudo, en su gran mayoría, no hay duda. El trabajo es una actividad que cobra particular importancia en nuestro país en las presentes circunstancias.
Un tema sobre el cual también hemos hecho referencia reiteradamente. Es que el trabajo, como tal no escapa a los grandes cambios que fundamentalmente la ciencia y la tecnología han aparejado a nivel mundial.
No pocos son los “profetas” de la extinción de trabajo como tal, el que según predicen será paulatina y rápidamente ocupado por robots, inteligencia artificial y “ainda mais”.
Pero hoy por hoy es necesario tener muy claro que el trabajo sigue moviendo el mundo y tanto necesita el trabajador del empresario que apueste a producir, comercializar y demás, como el empresario del buen trabajador que comparta el esfuerzo, que valore al buen empresario y realice su tarea lo mejor posible.
En ocasión hemos visto que los mayores conflictos se dan cuando uno u otro interés se cree dueño absoluto de la situación y por lo tanto exige mucho más de lo razonable.
Cuando el empresario supone que como dueño puede hacer y hace lo que se le antoja con sus trabajadores, se equivoca.
Cuando el trabajador piensa y cree que el empresario “se equivoca” y debe producir o negociar exclusivamente para pagar salarios y otros beneficios, se equivoca.
Cuando el Estado exige más de lo razonable a quien instala una fuente de trabajo o a los propios trabajadores mediante retenciones o el pago de impuestos, se equivoca.
El trabajo debe ser la actividad humana que requiere mayor grado de buena voluntad de todas las partes involucradas. Requiere que más allá de lo que se dice o sostiene públicamente, demuestre con los hechos su buena voluntad, su conducción acertada, porque lo más importante no es lo que se dice, sino lo que se hace.
Lo hemos dicho y estamos convencidos de ello, que es el trabajo el mejor elixir contra la inseguridad, porque si bien no es cierto que quien no tiene trabajo, o quien no ve claras sus posibilidades de instalarse en la sociedad, cae en el delito, lo cierto es que es mucho más fácilmente reclutable por el delito en este sentido quien se halla ocioso que quien tiene un trabajo digno y estable en la vida.
Nada mejor entonces que un trabajo digno para un país en paz, aunque para esto se necesita tener muy claro que como toda actividad humana, que requiere negociación, debemos asumir que sólo es posible cuando todos los integrantes ponen la voluntad y buena disposición imprescindible para ello.
¡que conste!
A.R.D.