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martes, abril 22, 2025
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Susana Dalmao una vida de trabajo y perseverancia

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Susana Dalmao es una mujer resiliente y trabajadora, cuya vida ha estado marcada por el esfuerzo y el compromiso. Nació en una estancia, siendo melliza, y desde pequeña vivió con valores de sacrificio y unidad familiar. Con una trayectoria laboral que comenzó a los 18 años en el comercio, Susana ha trabajado en diferentes rubros, destacándose en la gastronomía y la atención al cliente.

A lo largo de su vida, ha demostrado una gran dedicación tanto a su familia como a su trabajo, destacándose por su amabilidad, respeto y tenacidad.

«Yo soy melliza con otra, somos cuatro hermanos. Tengo una hermana mayor, melliza, nacimos en campaña, en una estancia, porque mi papá era capataz. Mi mamá se descompuso y no la podían traer, ya que era justo la inundación del 59. Entonces tenemos 12 horas de diferencia con mi hermana. Yo nací el 14 y ella nació el 15 de abril pero se nos anotó a las dos el 15 de abril» cuenta.

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«Mi papá conoció al señor Guillermino Telleida por medio de los patrones que tenía allá afuera, y le dijo que no tenía que estar allá, que le iba a conseguir un trabajo acá en Salto. Él no podía creer porque su vida siempre fue de campo. Entonces le consiguió trabajo en el Espinillar, y ahí trabajó hasta que se jubiló.»

A lo largo de su infancia, Susana vivió una vida sencilla pero feliz, rodeada de su familia y de los valores que su madre y padre le inculcaron. «Mi mamá siempre fue ama de casa, tuve una infancia muy feliz con mis hermanos unidos. Mi padre fue muy sacrificado. Cuando nos vinimos para Salto, él alquilaba, pero luego quiso hacer su propia casa. No sabía nada de construcción, pero se lanzó y la construyó en Calle Cervantes, cerca del hospital», señala.

«Fui al colegio María Auxiliadora y terminé el bachillerato completo para seguir estudiando magisterio. Pero como ya estaba sola en ese sentido, siempre ayudaba a mi madre y hacía mandados. A los 18 años empecé a trabajar en una panadería, y luego como dependienta.»

El comercio fue, entonces, una constante en su vida. «Mi hermana melliza se recibió de maestra, pero yo seguí trabajando siempre en el comercio. Después de un tiempo, me ennovié, tuve hijos, y abrimos un supermercado, pero con la tablita del dólar nos fundimos», recuerda Susana, quien enfrentó momentos difíciles pero nunca se rindió. «No sabía qué hacer para mantener la casa, así que me dediqué a hacer empanadas y tortas saladas. Llegué a hacer mil empanadas un viernes santo. Trabajé doce años en eso.»

Una etapa en España. «El padre de mis hijos se fue para Barcelona, y yo, tres años después, me fui con mis hijos y el perrito. Allá, trabajé en comercio, primero como dependienta y cajera, y luego me ascendieron a encargada. Pero mis hijos quisieron regresar, porque mi hija debía esperar un año para continuar sus estudios si se quedaban allá. Así que volvimos, y yo, sin mis hijos, no podía estar. Así que volví para Salto, y poco después, me separé. Pero seguí adelante.»

El trabajo nunca la abandonó. «Me llamaron desde Súper Avenida, donde trabajo desde hace 13 años. Empecé en San José y luego me trasladaron allí. Y también inicié la rotisería en el supermercado. Me encanta lo que hago y aunque sé que tengo que jubilarme, sigo con muchas ganas. Lo que más rescato del mostrador es la gente. Aunque el trato hoy en día ha cambiado, con más agresividad y menos empatía, trato siempre de hacer sentir a la gente bien. Somos como una familia en el trabajo. Al final, trato de transmitir todo lo que me enseñaron mis padres: honradez, respeto y amabilidad. Siempre trato de sonreír y ofrecer lo mejor a los clientes.»

La trayectoria de la vida de Susana le dejó varias enseñanzas. «Tenés que ser fuerte y siempre levantarte cada vez que caes la vida te da muchas oportunidades. También fijarte metas y tratar de alcanzarlas y superarlas .Hoy en esta etapa de mi vida me siento muy tranquila feliz te podría decir con la familia que tengo el trabajo y salud ya que el año pasado en junio fui operada de un cáncer de mamás pero tenía para hacer licencia médica por tres meses sin trabajar y me reintegré al mes y medio y te puedo decir que volví con más fuerzas y positivismo».

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