Como es sabido, el pasado fin de semana se celebró en todo el país el Día (o los Días) del Patrimonio. Y el tema central fue El Teatro Uruguayo. A continuación compartimos una nota escrita como colaboración especial por el periodista y escritor montevideano Alejandro Michelena que, con mirada crítica y fundamentada, ilustra sobre algunos aspectos de las celebraciones:
Pasaron las jornadas patrimoniales que –como se promocionó a todos los niveles- este año estarían centradas en el Teatro. Prometían ser, entonces, un justo homenaje a ese sector de la cultura que ha sido entre nosotros fundamental, constituyéndose promediado el siglo pasado en una seña de identidad y en un elemento formativo como pocos.
Esto fue lo prometido. Pero tal vez por aquello que no basta con las buenas intenciones, lo que se propuso fue poco, y en algunos casos pobre y de mala calidad. Pero lo más anómalo estuvo, a mi criterio, en la injusticia de un homenaje dedicado a un quehacer cultural colectivo como es el teatro, concentrado sólo en un puñado limitado de figuras emblemáticas.
Más de un distraído podrá asombrarse ante lo que estamos afirmando, por lo que corresponde explicarnos más. Está muy bien haber colocado como figura central al autor de Barranca abajo, de cuya muerte se cumple el Centenario en este 2010, pero, ¿por qué no recordar también a algunos autores teatrales posteriores a Sánchez ya desaparecidos que mucho aportaron al enriquecimiento y el brillo de nuestra escena? Esto podría haberse implementado con la exhibición –en alguno de los tantos espacios patrimoniales- de ediciones o libretos y hasta originales de obras de Ernesto Herrera, José Pedro Bellán, Juan Carlos Patrón, Orlando Aldama, Armengol Font, Denis Molina, Manuel Luz Alvarado, Alberto Paredes, Yahro Sosa y Ricardo Prieto, para nombrar sólo a dramaturgos destacados. Y hubiera sido más redonda esta muestra, complementándola con fotografía y una noticia vinculadas a cada uno de ellos.
Como bien lo aseveró hace años el estudioso del teatro y también autor Juan Carlos Legido, en su Historia del Teatro Uruguayo (Editorial Tauro, 1970): lo que permanece –en la por definición fugaz experiencia de las tablas- es el texto. O sea que la dramaturgia da el tono y marca el perfil de un proceso teatral. Si es así: mal podemos afirmar nuestra identidad en este rubro artístico ignorando a los autores; o peor aún, centrando todas las luces en uno y dejando al resto en la oscuridad (aunque el destacado sea el mayor de todos).
En el mismo sentido, podría haberse dispuesto en uno de los tantos salones disponibles otra exposición no menos necesaria: fotografías de escenas claves y recordables de actrices y actores notables interpretando teatro nacional. Y en otro espacio la imagen de las figuras mayores de nuestra escena a través del tiempo.
Todo lo descrito podría haber sido pero no fue… Lo que se concretó resultó limitado y hasta rutinario. Llama la atención que teniendo asesores de la talla de Jorge Abbondanza, Roger Mirza y Jorge Pignataro –críticos teatrales y estudiosos de prestigio- no se los haya consultado debidamente para lograr un homenaje más completo, ecuánime y fecundo en torno al Teatro Uruguayo.
Por cierto que la sola implementación de los Días del Patrimonio es valiosa por sí, en lo que significa como acercamiento democrático a espacios e instancias no habituales, en general vinculados a una concepción elitista de la cultura. Y vale destacar que en esta oportunidad, y en cuanto al tema central de la propuesta, hubo aportes creativos que no dejan de ser la excepción a la regla, como por ejemplo el homenaje al autor teatral Jorge Emilio Cardozo y a actrices y actores afrodescendientes, en el Mercado Agrícola de Goes, y la muestra sobre la notable labor en la crítica de teatro de Carlos Martínez Moreno en el centro cultural de Malvín que lleva su nombre. Pero no deja de ser una lástima la oportunidad perdida de recuperar con la debida amplitud y matices la memoria cultural –tan importante como la histórica- en lo que tiene que ver con la rica peripecia de nuestro acontecer teatral.
Alejandro Michelena, colaboración especial.