Ayer el plenario Nacional del Frente Amplio resolvió elevar al Congreso que se realizará en un par de semanas los nombres de cuatro compañeros como pre-candidatos a la Presidencia de la República, los intendentes Cosse, Lima y Orsi y el Senador Mario Bergara.
El pueblo frenteamplista tendrá la oportunidad en las elecciones internas de definir soberanamente cual de ellos prefiere.
Cada una de las precandidaturas representan sensibilidades diferentes dentro del Frente Amplio, pero quién resulte electo, llegado el momento conducirá los destinos del país con la orientación de un programa común, en construcción desde hace meses y en forma previa a la definición de los nombres.
Para nosotros es tan importante el para qué queremos gobernar como los nombres de los abanderados. Para quienes entendemos la política como una construcción colectiva, la importancia de una candidatura radica más en las ideas que representa que en un nombre propio.
Aunque son excelentes precandidatos, nosotros impulsamos la pre-candidatura del Senador Mario Bergara.
Lo hacemos convencidos que es el mejor candidato, que reúne una gran experiencia de gestión de las políticas públicas con conocimiento del funcionamiento del Estado en áreas muy sensibles como es económica, desde el Banco Central o desde el propio Ministerio de Economía y Finanzas, a lo que sumó en este período una muy buena experiencia desde el Parlamento y lo convierte en un actor político de primera línea con una amplia y muy sólida formación académica, donde se destacan estudios en prestigiosas universidades con docentes de primer nivel mundial.
Pero, como decíamos, las precandidaturas representan, corrientes de pensamiento, ideas, sensibilidades que se amalgamarán y sintetizarán junto a las propuestas en ese conjunto que significan los programas y las candidaturas.
Desde hace un tiempo, ya desde que se inició el proceso de autocrítica, que el Frente Amplio y sus sectores están movilizados y en dialogo con la sociedad, pero entendemos que es necesario ampliarlo y profundizarlo, en especial el que se entable con los ajenos, porque para gobernar, primero hay que ganar la elección.
Es necesario, entonces transformar ese diálogo en sólidos puentes de entendimiento que generen la confianza necesaria para que los uruguayos vuelvan no solo a prestarle el voto al Frente Amplio, sino también a acompañar el proceso de cambios y mejora de la calidad de vida de los uruguayos que pretende llevar adelante.
Quienes impulsamos la candidatura de Bergara, teníamos y tenemos en Danilo Astori un referente de primer orden, con un legado y un ejemplo a seguir, en las ideas y en la práctica política con un fuerte compromiso con la ética, que permitió 15 años consecutivos de crecimiento económico a nivel general, pero especialmente de mejoras sustanciales en la calidad de vida de los uruguayos.
Sin dudas que este espacio político no fue el único responsable, pero de alguna manera supo garantizar una línea de acción de puertas abiertas a cambio de compromisos y de ideas, pero frenando algunos intentos de desbordes o la tentación del uso de la política únicamente como una herramienta para el acceso a cargos.
La candidatura de Mario Bergara es una oportunidad de fortalecer esta sensibilidad de cuño seregnista y progresista, que con vocación de poder permita incidir con la tónica que hizo Danilo, es una oportunidad de retomar la senda de construcción de un mejor país en la senda de Seregni y con el empuje y la fuerza que supo darle Tabaré.
Seregnista fundamentalmente en lo que hace a la ética de las responsabilidades y el compromiso con la construcción de los grandes acuerdos que supo sostener el General Seregni, progresistas en el sentido que la sociedad se desarrollará con el esfuerzo de todos y todas, para lo que se necesita una sociedad integrada con mujeres y hombres que sean protagonistas.
Es la oportunidad de fortalecer un espacio, con la capacidad suficiente para atender las urgentes y cotidianas necesidades de las grandes mayorías, pero sin dejar apostar al futuro con responsabilidad y con la mirada larga al porvenir.
Queda hecha la invitación a ser protagonistas.
