Por: Jorge Pignataro
En este 2023 se cumplen 15 años de la publicación de un libro que merece recordarse: “Poesía del Litoral – Antología”. El título ya explica de qué se trata y la recopilación fue de Leonardo Garet. De Salto, los poetas seleccionados para integrar estas páginas son: Myriam Albisu, Carlos María Cattani, José Luis Guarino, Alejandra Guglielmone, Estela Rodríguez Lisasola y quien esto escribe. Hoy, a 15 años, “al volver la vista atrás”, dijera Antonio Machado, sentimos que esta página debemos dedicarla especialmente a Estela y Myriam, que ya no están entre nosotros. Los poemas que a continuación transcribimos son algunos de los que ofrece el libro:

EN EL MUNDO DE LOS VIEJOS
(de Myriam Albisu)
No debiera haber espejos
en el mundo de los viejos,
pues aliado es el reflejo
del tiempo que ya pasó.
Y a medida que va andando
lo siguen acompañando
y al repetir se equivocan
pues devuelven sin opción
la real imagen presente:
materia y no corazón.
No debiera haber espejos
en el mundo de los viejos.
Abrigamos en el fondo
lo que quisiéramos ser
pretendiendo parecernos
a lo que fuimos ayer.
No debiera haber espejos
en el mundo de los viejos.
El ahora que mañana
dejará atrás otra vez
el futuro en el pasado
sin poder retroceder
debiera ser «todavía»
en el alma de los viejos
y en la piel de los espejos…
…Amén…
EN EL MUNDO DE LAS PALABRAS
(de Myriam Albisu)
Las palabras que se dicen, se van muriendo
en el aire;
Sólo quedan los sonidos que poco a poco
se acallan
con la virtud de dejar al mismo tiempo
enlazadas
la riqueza de la voz fundiéndose
en la mirada.
Algunas pueden quedar en los confines
del alma
como si fueran estrellas titilando
en la mañana
o clavándonos su dolor, ahogándose
en la garganta.
LLEGAS RESOPLANDO
(de Carlos María Cattani)
Llegas resoplando como una locomotora
como una barca traída por los vientos
y llegas al puerto de mi cama
a amarrarte
tibia y serena.
Tu geografia despareja
te ata cordilleras a la cintura
y es tu vientre el cofre donde guardas
el oro más preciado: el de la vida.
Allá afuera, el cielo trae tormentas
desata ráfagas salvajes
de un viento que estremece, la dársena, la escollera
y se pone a silbar de mal talante.
Entonces, pongo mi viejo corazón de puerto
transformo mis brazos en tus muelles
y desde el faro del vigía suelto un canto marinero
para que cierres poco a poco tus postigos.
Te oigo respirar acompasada
con esa paz de niña buena
y me siento el más feliz de los mortales
por el simple hecho de quererte.
Nosotros que supimos de naufragios
de amores perdidos entre las olas
hoy izamos las velas de un sueño.
que navega a nuestras costas
desde hace casi nueve meses…
LOS SUPERDÍAS
(de José Luis Guarino)
Los pasos de mi padre
tenían sabor a tierra fresca,
se alargaban hacia el ocaso
y alimentaban las bocas
sonrientes de los surcos
que levantaban banderas
ondulantes de esperanza,
y más tarde alzaban en trofeo
el vaivén de las espigas.
El día, entonces, duraba un siglo.
Hoy se desliza a lomo de río.
Los pasos de mi padre
ya transitan más allá
del jardín de lilas.
De mis sueños sembrados
en lontananza
están brotando pájaros y auroras.
ANOTACIÓN
(de Alejandra Guglielmone)
No olvides que te espero
con las piernas
colgadas del horizonte,
con el café de todas las mañanas
y el malhumor de algunos días.
No olvides que sigo aquí
en la misma dirección
desde hace algunos años.
Quizás te asombre
que el llamador ya no esté en la puerta
pero igualmente puedes entrar a mis ojos
y recorrerlos.
No olvides
(aunque pierdas la memoria
en la hondura de otra mirada).
MOMENTO
(de Estela Rodríguez Lisasola)
En hora sin sol
empezando madrugada
cuando las voces enronquecen
y se abandonan las palabras
cuando el cuerpo navega el infinito
mi madre me dejó en la vida
destinada a soledades.
PARA EMPEZAR
(de Estela Rodríguez Lisasola)
Celebrando el día
se posó liviano el gorrión
en las ramas del árbol amarillo
una escoba traspasó
con sonidos la mañana
la radio ajena
dejó en el aire un tango
mi mano recorrió
el camino hacia la almohada
y se hizo de tu foto
igual que antes
cuando la cuenta de los años era breve
sonreí
y repetí un poema
pacientemente memorizado
MUJERCIUDAD
(de Jorge Pignataro)
Voy por la pierna izquierda
que es esta calle
está acostada y levanta un brazo
de la mano nacen cruces
una paloma y un campanario
en la rodilla doblo
camino hacia el sexo
y advierto que entré en el río
hasta la cintura.
