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miércoles, 9 de abril de 2025
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Seis poetas de Salto en un libro de hace 15 años

Diario EL PUEBLO digital
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Por: Jorge Pignataro

En este 2023 se cumplen 15 años de la publicación de un libro que merece recordarse: “Poesía del Litoral – Antología”. El título ya explica de qué se trata y la recopilación fue de Leonardo Garet. De Salto, los poetas seleccionados para integrar estas páginas son: Myriam Albisu, Carlos María Cattani, José Luis Guarino, Alejandra Guglielmone, Estela Rodríguez Lisasola y quien esto escribe. Hoy, a 15 años, “al volver la vista atrás”, dijera Antonio Machado, sentimos que esta página debemos dedicarla especialmente a Estela y Myriam, que ya no están entre nosotros. Los poemas que a continuación transcribimos son algunos de los que ofrece el libro:

EN EL MUNDO DE LOS VIEJOS

(de Myriam Albisu)

No debiera haber espejos

en el mundo de los viejos,

pues aliado es el reflejo

del tiempo que ya pasó.

Y a medida que va andando

lo siguen acompañando

y al repetir se equivocan

pues devuelven sin opción

la real imagen presente:

materia y no corazón.

No debiera haber espejos

en el mundo de los viejos.

Abrigamos en el fondo

lo que quisiéramos ser

pretendiendo parecernos

a lo que fuimos ayer.

No debiera haber espejos

en el mundo de los viejos.

El ahora que mañana

dejará atrás otra vez

el futuro en el pasado

sin poder retroceder

debiera ser «todavía»

en el alma de los viejos

y en la piel de los espejos…

…Amén…

EN EL MUNDO DE LAS PALABRAS

(de Myriam Albisu)

Las palabras que se dicen, se van muriendo

en el aire;

Sólo quedan los sonidos que poco a poco

se acallan

con la virtud de dejar al mismo tiempo

enlazadas

la riqueza de la voz fundiéndose

en la mirada.

Algunas pueden quedar en los confines

del alma

como si fueran estrellas titilando

en la mañana

o clavándonos su dolor, ahogándose

en la garganta.

LLEGAS RESOPLANDO

(de Carlos María Cattani)

Llegas resoplando como una locomotora

como una barca traída por los vientos

y llegas al puerto de mi cama

a amarrarte

tibia y serena.

Tu geografia despareja

te ata cordilleras a la cintura

y es tu vientre el cofre donde guardas

el oro más preciado: el de la vida.

Allá afuera, el cielo trae tormentas

desata ráfagas salvajes

de un viento que estremece, la dársena, la escollera

y se pone a silbar de mal talante.

Entonces, pongo mi viejo corazón de puerto

transformo mis brazos en tus muelles

y desde el faro del vigía suelto un canto marinero

para que cierres poco a poco tus postigos.

Te oigo respirar acompasada

con esa paz de niña buena

y me siento el más feliz de los mortales

por el simple hecho de quererte.

Nosotros que supimos de naufragios

de amores perdidos entre las olas

hoy izamos las velas de un sueño.

que navega a nuestras costas

desde hace casi nueve meses…

LOS SUPERDÍAS

(de José Luis Guarino)

Los pasos de mi padre

tenían sabor a tierra fresca,

se alargaban hacia el ocaso

y alimentaban las bocas

sonrientes de los surcos

que levantaban banderas

ondulantes de esperanza,

y más tarde alzaban en trofeo

el vaivén de las espigas.

El día, entonces, duraba un siglo.

Hoy se desliza a lomo de río.

Los pasos de mi padre

ya transitan más allá

del jardín de lilas.

De mis sueños sembrados

en lontananza

están brotando pájaros y auroras.

ANOTACIÓN

(de Alejandra Guglielmone)

No olvides que te espero

con las piernas

colgadas del horizonte,

con el café de todas las mañanas

y el malhumor de algunos días.

No olvides que sigo aquí

en la misma dirección

desde hace algunos años.

Quizás te asombre

que el llamador ya no esté en la puerta

pero igualmente puedes entrar a mis ojos

y recorrerlos.

No olvides

(aunque pierdas la memoria

en la hondura de otra mirada).

MOMENTO

(de Estela Rodríguez Lisasola)

En hora sin sol

empezando madrugada

cuando las voces enronquecen

y se abandonan las palabras

cuando el cuerpo navega el infinito

mi madre me dejó en la vida

destinada a soledades.

PARA EMPEZAR

(de Estela Rodríguez Lisasola)

Celebrando el día

se posó liviano el gorrión

en las ramas del árbol amarillo

una escoba traspasó

con sonidos la mañana

la radio ajena

dejó en el aire un tango

mi mano recorrió

el camino hacia la almohada

y se hizo de tu foto

igual que antes

cuando la cuenta de los años era breve

sonreí

y repetí un poema

pacientemente memorizado

MUJERCIUDAD

(de Jorge Pignataro)

Voy por la pierna izquierda

que es esta calle

está acostada y levanta un brazo

de la mano nacen cruces

una paloma y un campanario

en la rodilla doblo

camino hacia el sexo

y advierto que entré en el río

hasta la cintura.

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