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viernes, septiembre 12, 2025
Columnas De Opinión
Dr. Gabriel Cartagena Sanguinetti
Dr. Gabriel Cartagena Sanguinetti
Abogado y docente uruguayo especializado en derecho informático, nacido en Fray Bentos en 1978. Egresado de la Universidad de la República, es expresidente de la Asociación de Abogados de Salto, autor de publicaciones nacionales e internacionales sobre derecho informático, y miembro de la Federación Iberoamericana de Asociaciones de Derecho e Informática. También está involucrado en actividades sociales y voluntariado, habiendo sido miembro directivo de los Clubes de Leones de Salto, y es un activo defensor de derechos a través de su práctica legal.

Seguridad en Salto: temas que vuelven a tratarse y no se encuentra solución actualmente.

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La seguridad ciudadana constituye uno de los pilares esenciales de la convivencia democrática que siempre defendemos. En estos días, Salto asiste con preocupación al incremento de las rapiñas, robos de motos, etc. con la gestación de una nueva ola de inseguridad que, si no se frena con firmeza, puede erosionar no solo la paz social sino también la confianza de la ciudadanía en sus instituciones y autoridades.

Es deber del Estado garantizar que los ciudadanos puedan vivir sin miedo y es un mandato Constitucional. La responsabilidad primera recae en la Policía, bajo la dirección y supervisión de su Comando de Jefatura, que tiene en sus manos las herramientas inmediatas para recuperar el orden y la tranquilidad. No basta con diagnósticos; se requieren medidas concretas, operativos sostenidos y una clara señal de autoridad.

El inolvidable Dr.  Jorge Larrañaga lo expresó con contundencia: “La seguridad es la primera de las libertades”. Y en esa frase se condensa la esencia de la misión policial: sin seguridad, no hay verdadera libertad, porque el ciudadano condicionado por el temor deja de ejercer plenamente sus derechos.

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En Salto, la gestión policial supo tener momentos de eficacia, como recordaba el ex jefe de Policía Carlos Ayuto cuando sostenía que “la seguridad no es solo cuestión de números, es la cercanía y la prevención lo que devuelve confianza al vecino”. Ese es el camino que debe retomarse: proximidad, presencia visible y respuesta inmediata con una gestión que fue ejemplar.

Hoy el Comando de Jefatura tiene la obligación de rediseñar estrategias y coordinar acciones con la comunidad y las autoridades departamentales. Algunas medidas de aplicación inmediata resultan impostergables:

  • Patrullajes intensivos y visibles en los barrios más afectados, especialmente en horarios nocturnos.
  • Controles vehiculares sorpresa en accesos y avenidas claves, para detectar movimientos delictivos.
  • Refuerzo del trabajo de inteligencia policial, anticipándose a las bandas criminales y evitando que operen con impunidad. Cambiar la conducción de quienes han realizado operaciones exitosas contra el narcotráfico y el contrabando no es una buena señal, porque debilita la continuidad de una estrategia que había dado resultados. Y está ocurriendo eso?
  • Coordinación estrecha con la Fiscalía, asegurando que la investigación y las detenciones se traduzcan en procesos judiciales efectivos.
  • Expansión del sistema de cámaras de videovigilancia, con monitoreo en tiempo real y respuesta rápida que quedó diseñado por el anterior Jefe de Policía.
  • Reuniones permanentes con vecinos y comerciantes, fortaleciendo la confianza y promoviendo la denuncia inmediata de hechos sospechosos.

Pero es necesario dejar en claro que no hablamos como especialistas, que no lo somos, sino como vecinos que sienten la preocupación de la situación actual. No buscamos culpables personales en las autoridades, pero sí exigimos firmeza en las acciones. Porque de eso se trata: traer seguridad, y con ella estabilidad y confianza para que el turismo y el desarrollo económico puedan crecer. De nada sirve el esfuerzo positivo de algunos sectores si la ineficiencia en materia de seguridad lo termina quebrando todo.

Y si alguna autoridad se molesta por estas palabras, lo que debe hacer es demostrar con hechos y en la gestión que la preocupación ciudadana se transforma en soluciones reales.

José Batlle y Ordóñez, siempre actual en sus enseñanzas, recordaba que “sin seguridad, no hay progreso”. Esa visión batllista de la seguridad como condición de desarrollo económico y social debe guiarnos en este presente, donde lo que está en juego no es solo la estadística de delitos, sino la calidad de vida de los salteños.

Hoy más que nunca debemos ser firmes en la evaluación de responsabilidades y claros en la exigencia: la Policía debe actuar con eficacia y transparencia, y el Comando de Jefatura asumir el liderazgo que la hora demanda. Salto no puede resignarse a convivir con el miedo. Si no se toman medidas ya, el esfuerzo de muchos salteños en turismo, comercio y desarrollo social se va a quebrar irremediablemente. El momento de actuar es ahora, con decisión, con coraje y con resultados a la vista.

Y si alguien considera exageradas estas reflexiones, bien vale recordar a Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Así entendemos la libertad, con respeto a la opinión ajena, pero con la firmeza de exigir hechos en materia de seguridad. GECS

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