EDITORIAL

¿Se justifica?

Días atrás nos hacíamos eco del enorme problema que constituye la propaganda estática, sobre todo para la higiene y la imagen en general de una ciudad, porque que sepamos sólo las excepciones se abocan luego a retirarla cuando ha pasado el acto electoral.

Pero a ello debemos preguntarnos si aún tienen sentido, las viejas prácticas de propaganda que ponen en vigencia los partidos políticos en ocasión de los actos electorales.

Para nosotros estamos corriendo de atrás a la tecnología. Cuando cada día hay más pruebas de que ésta se ha puesto en práctica en determinados casos que ha llevado al poder a quienes nunca han militado políticamente y de golpe y porrazo “aparecen” en la palestra pública, prometiendo lo que el ciudadano quiere escuchar.

¿No estaremos dejándonos vender buzones y dejándonos llevar de las narices? No estaremos desconociendo el poder de los “nuevos” medios de comunicación, y las posibilidades que estos tienen.

En nuestros días, en que tanto se habla de la “inteligencia artificial” (en los hechos hasta el Sumo Pontífice ha expresado sus temores), ¿no estaremos desconociendo su poder?

Los actos electorales son los grandes momentos en que las imprentas sobre todo, trabajan y hacen sus negocios. Lo que no está mal. Pero en las últimas horas nos hemos enterado de algunas cifras que verdaderamente asustan.

Por ejemplo se estima que por cada veinte (20) listas distribuidas se recoge un voto. Hay en el país para estas elecciones internas 58 listas de los partidos y cada una de ellas tiene que imprimir más de dos (2) millones de listas, para cubrir todas las mesas de votación en el país.

A todo esto los partidos políticos se han opuesto hasta el momento a establecer nuevos y más estrictos controles a las financiaciones de cada una de las instancias en que se hace necesario invertir.

Nadie en su sano juicio ha querido sostener un diálogo serio y honesto sobre el tema. Es que quien en mayor o menor medida sabe que en este rubro, nadie está limpio.

Todos sabemos que es uno de los rubros a encarar seriamente si pretendemos que la política constituya lo que muchos pregonan pero casi nadie, lo encarna. Vale decir que es la búsqueda del bienestar del ciudadano.

Hoy la política es un buen filón para muchos que se rasgan las vestiduras jurando que los mueve el deseo de hacer el bien, pero ¿a quién?, les preguntaríamos.

A.R.D.