En todas las escuelas del país, así como liceos y UTU, se realiza hoy el acto de Promesa y Jura de la Bandera. Promesa de los escolares y Jura de los estudiantes de Educación Media, en ambos casos se trata de alumnos de primer año.
Es este el segundo año consecutivo que se realiza el 23 de setiembre, fecha de fallecimiento de Artigas. Así lo decidieron las autoridades en 2020, ya que lo tradicional es que estas ceremonias se realicen el 19 de Junio, fecha del natalicio del prócer y Día de la Bandera. Sucede que la pandemia obligó, el año pasado y este, a posponer la actividad a fin de evitar actos con aglomeraciones en momentos difíciles desde el punto de vista sanitario.
El evento, comúnmente conocido como Promesa y Jura de Fidelidad al Pabellón Nacional, está establecido en el Artículo 28 de la Ley N° 9.943.
La subsecretaria de Educación y Cultura, Ana Ribeiro, sostuvo recientemente en medios capitalinos que la ceremonia responde a una necesidad de afianzamiento de la identidad nacional que tuvieron todos los países, sobre todo en el siglo XIX, y que luego se transformó en una tradición que aún se mantiene.
La jerarca no desconoce además que, como toda tradición, hay quienes la defienden como tal y quienes la cuestionan. Entre estos últimos predomina el argumento de que nuestra nacionalidad ya está por demás afianzada, por lo que sería un acto de alguna manera retrógrado y una responsabilidad un tanto desmedida para niños y jóvenes de tan corta edad. Quienes la defienden, apuntan precisamente a la importancia de una tradición que hace a la historia del país y que por ende no debería perderse.
ARTIGAS
José Gervasio Artigas, que había nacido en Montevideo el 19 de junio de 1764, falleció el 23 de setiembre de 1850 en su residencia en el barrio Trinidad, de Asunción, capital de Paraguay, país al que había llegado 30 años antes. Una crónica publicada por LARED21 cuenta: «Poco tiempo antes, el ingeniero Mayor Enrique de Beaurepaire Rohan relató así su encuentro con el anciano caudillo oriental: «No me cansaba de estar frente a frente con este hombre temido, de cuyas hazañas había oído hablar desde mi infancia, y que mucho tiempo creía muerto. Por su parte, no se manifestó menos satisfecho el viejo, al saber que me conducía a su morada la fama de sus hazañas. Entonces, me preguntó risueñamente, ¿mi nombre suena todavía en el país de usted? Y habiéndole contestado afirmativamente, dijo, después de una pequeña pausa: «Es lo que queda de tantos trabajos: hoy vivo de limosnas».
Recibió sepultura en el Cementerio de la Recoleta -sector denominado «Campo Santo de los Insolventes»-. Una vez trasladados a nuestro país, los restos estuvieron primero en el Panteón Nacional del Cementerio Central de Montevideo. Hoy descansan en el Mausoleo ubicado bajo su monumento en Plaza Independencia