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miércoles, marzo 19, 2025
Columnas De Opinión
G-Irónico / Gonzalo Fernandez
G-Irónico / Gonzalo Fernandezhttps://ironiamagna.com
Gonzalo Fernández, "proyecto de escritor caminante", cuento con algunos trabajos independientes, y he participado como colaborador en la Revista Al Límite - Del Plata, y en la Revista Opción Médica. En mis diferentes alter egos suelo mutar a G-irónico y El Puntito de la J, dos personajes que buscan el humor irónico y negro de situaciones diarias y cotidianas.

San Patricio

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Si hay algo que nos gusta a los uruguayos, además de la murga, el asado y la indignación selectiva en redes sociales, es encontrar excusas para brindar. Y ahí es donde entra San Patricio, ese bendito 17 de marzo en el que, de golpe, todos tenemos un bisabuelo irlandés que vino en barco, escapando de la hambruna y con una receta mágica de cerveza negra o verde que inexplicablemente se perdió en el camino.

En Uruguay, San Patricio no es solo una celebración importada: es una tradición nacional que se nos pegó como si siempre hubiésemos tenido un duende tatuado en el alma. Porque si bien Irlanda tiene su historia de lucha, sus castillos medievales y su identidad celta, ¿qué tienen ellos que nosotros no? Ellos tienen tréboles; nosotros, pasto hasta en la rambla. Ellos tienen duendes; nosotros, funcionarios que desaparecen en ciertos horarios laborales. Ellos tienen whisky; nosotros tenemos el «whisky nacional» de dudosa procedencia.

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Lo cierto es que cada 17 de marzo, Uruguay se convierte en la capital sudamericana de la irlandesidad, aunque nuestra relación con la cultura irlandesa sea tan profunda como la de un turista brasileño con la Semana Criolla.

El Día de San Patricio empieza como cualquier otro en Uruguay: con mate, bizcochos y el clásico «¿pa’ cuándo el feriado?» en las redes sociales. Porque si hay algo que nos gusta más que adoptar festividades extranjeras, es exigir que sean declaradas de interés nacional con jornada no laborable incluida.

Pero a medida que avanza el día, el uruguayo promedio atraviesa una transformación digna de documental de National Geographic. De repente, los bares empiezan a llenarse de gente vestida de verde, como si el Club de la Papa Frita fuera a realizar su convención anual. Los más entusiastas cambian la campera de Peñarol o Nacional por una remera con un trébol estampado y, en casos extremos, hay quienes se pintan la cara con la bandera de Irlanda, aunque hasta ayer creían que Irlanda y Escocia eran lo mismo.

La metamorfosis se completa cuando llega la noche y las redes sociales se inundan de historias con vasos de cerveza verde y subtítulos como «Sláinte!!!» o «Hoy somos todos irlandeses».

San Patricio en Uruguay también nos regala un espectáculo único: el desfile de impostores culturales. Durante 364 días al año, el uruguayo promedio no podría ubicar Irlanda en un mapa, pero el 17 de marzo se transforma en un historiador especializado.

  • «San Patricio echó a todas las serpientes de Irlanda.»
  • «La cerveza Guinness es mejor en Irlanda porque se hace con agua del río Shannon.»
  • «Mi apellido es López, pero seguro algún ancestro mío vino de Dublín.»

Ninguno de estos datos es verificable, pero eso no impide que sean repetidos con la seguridad de un profesor de historia con doctorado en Wikipedia.

Y si bien muchos aprovechan la fecha para vestirse de verde y brindar sin culpa, hay un grupo selecto que se lo toma aún más en serio: los que adoptan un acento irlandés inventado, mezclando inglés con español en frases como «Let’s tomar another one, mate» o «Esta birra está re cool, che». En el pico del entusiasmo, alguno hasta intenta bailar un tema irlandés, aunque la coreografía termine pareciendo más un intento fallido de sacarse un bicho del pantalón.

El 18 de marzo es un día de recogimiento nacional. La resaca golpea con la fuerza de 30 duendes enojados y en los bares solo quedan los restos de una batalla campal entre vasos de plástico y tréboles falsos.

Las oficinas están llenas de trabajadores en modo «piloto automático», cuyo único propósito es sobrevivir al día. Es el clásico momento en que alguien pregunta con la voz arrastrada:

— ¿Y qué celebramos ayer?

— Ni idea, pero qué buena estaba la cerveza verde.

Y así, con la misma velocidad con la que nos convertimos en expertos en cultura irlandesa, volvemos a ser uruguayos de pura cepa. Hasta el próximo San Patricio, cuando nuevamente recordemos que, en el fondo, todos llevamos un irlandés en el corazón… o al menos en el vaso.

¡Salud, gurises! Y que el trébol nos bendiga.

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