
Ricardo Lagos Silva es un conocido docente y artista plástico de Salto, especializado en talleres de pintura para niños. Su trabajo se destaca por su enfoque comunitario y educativo, promoviendo la expresión artística desde edades tempranas. De perfil bajo, de pocas palabras y mucho hacer. Talentoso como pintor y apasionado a la hora de transmitir sus conocimientos a los niños, y por esa fértil dedicación a los más pequeños. Su pasión por el arte es contagiosa y ha logrado inspirar ya varias generaciones en el camino de la pintura.
Ha logrado que los niños descubran su creatividad y desarrollen su imaginación de manera increíble. Lagos Silva transforma el acto de pintar en una experiencia de descubrimiento emocional y colectivo. Su trabajo con niños en talleres y murales comunitarios revela una mirada profunda sobre el arte como lenguaje de la infancia.
EL VECINO QUE LE PONE COLORES A LOS DÍAS
Por las vueltas de la vida conocimos a Ricardo, hablamos, compartimos algunos pensamientos, discrepamos en otros, pero, siempre aprendimos. Entonces supimos que era un poco de esa delgada línea energética de dos barrios, de Huracán y de Lazareto, y que era la esencia de ambas vecindades, que en un radio pequeño estaba de un lado del Lazareto y del otro de Huracán pero siempre era por las mismas calles, la vieja Guayabos, hoy Michelini, la señorial Cervantes, la altiva Washington Beltran, la calle Piedra, que ya no es de piedra, Varela, Vilardebó, la sede de Huracán, la sede de Lazareto y los personajes populares de la zona que conformaban, y lo siguen haciendo, el rico patrimonio de todos, la Cortada de Lazareto que bien pudo ser la de Huracán, pero en fin, por esas orillas Ricardo empezó a ponerle colores a los días desde muy chico, desde cuando fue absorbiendo las enseñanzas de los maestros del pincel, como el querido “Ojito” César Rodríguez Musmanno.
Un día el pintor que expuso sus obras en Exposiciones Colectivas, que participó de algún concurso sintió en su interior como un volcán, dispuesto a estallar y derramar sus aprendizajes en enseñarle a los niños.
EL PINCEL COMO EXTENSIÓN DEL JUEGO

Nuestro conocimiento del artista nos hace afirmar, sin temor a equivocarnos que Ricardo no enseña pintura, la comparte. Que en sus talleres, el color no se impone, se propone, que la línea no se corrige, se acompaña.
Lagos Silva se define como “un niño más entre ellos”, y esa declaración no es una metáfora, es una ética pedagógica y estética.
También podemos decir que ha desarrollado una sensibilidad que conjuga la técnica con la intuición. Su trabajo en el Ateneo de Salto, el Rincón de Valentín y el Espacio Cultural Eduardo Piñeyro ha sido – y es – clave para democratizar el acceso al arte en la región. Allí, los niños no solo aprenden a pintar, aprenden a mirar, a disfrutar y a entender cosas vitales para el arte, pero, esenciales para la vida.
EL MURALISMO COMO GESTO COLECTIVO
Uno de los aspectos más destacados de su obra es el muralismo comunitario. Lagos Silva coordina proyectos donde el arte sale del aula y se instala en el espacio público. Un mural de un Jardín de Infantes, por ejemplo, fue concebido a partir de las emociones de los niños sobre su entorno escolar. Cada trazo es una voz, cada color una emoción compartida.
Estas experiencias no buscan la perfección formal, sino la autenticidad expresiva. El artista entiende el mural como un “diálogo expandido”, donde el soporte es la pared, pero el contenido es la comunidad.
TÉCNICA Y MIRADA
Aunque su obra no se inscribe en una corriente estilística cerrada, El prof. Lagos trabaja con técnicas mixtas, acrílicos y materiales reciclados, privilegiando la espontaneidad sobre la planificación. Su paleta es vibrante, pero nunca estridente, sus composiciones, abiertas y respirables.
Su mirada artística está atravesada por una pregunta constante: ¿cómo ve el mundo un niño que pinta? En lugar de imponer respuestas, habilita espacios para que esa pregunta se explore en cada taller, en cada mural, en cada encuentro.
EL ARTE COMO TERRITORIO DE AFECTOS
Ricardo Lagos Silva no pinta para los niños, pinta con ellos. Su obra es una pedagogía del afecto, una estética del vínculo. En ocasiones donde el arte suele ser mercancía o espectáculo, su propuesta devuelve al acto de pintar su dimensión más humana, la de ser un juego serio, un gesto compartido, una forma de estar juntos.
EL ESCRITOR QUE PINTA CON PALABRAS

Ricardo no se detiene en el lienzo, también escribe. Y lo hace con la misma soltura con la que mezcla colores, sin solemnidad, pero con profundidad. Aunque no ha publicado libros, sus textos en redes sociales y revistas locales revelan una pluma aguda, sensible y sorprendentemente versátil.
En más de una oportunidad lo motivamos a escribir, porque tiene una riqueza increíble, mucho para ofrecer a los lectores, es un talento que no se puede perder, debe salir a la palabra cuanto antes, porque cuenta pequeñas historias maravillosas, como al pasar, perlas de un gran collar que esperemos que algún día ofrende.
Y le digo más, su escritura es una especie de pintura verbal, cada frase tiene textura, cada párrafo respira. Hay en sus textos una mirada que observa el mundo desde el borde del absurdo, pero sin caer en el cinismo. Es ingenioso, sí, pero también poético. Puede hablar de una taza de café como si fuera un manifiesto existencial, o de una reunión de artistas como si fuera una escena de teatro del absurdo. Tantas cosas tiene para ofrecer lierariamente que es una pena que todavía no lo haga.
EL HUMOR COMO FORMA DE ESTAR EN EL MUNDO
Y si de humor se trata, Lagos Silva es un virtuoso. No el humorista de escenario, sino el que aparece —como Zelig, aquel personaje camaleónico de Woody Allen— en las fotos junto a grandes figuras locales, nacionales e internacionales, siempre con una sonrisa cómplice y una frase que desarma cualquier protocolo.
Su humor no es burla, es juego. Es el arte de decir lo que nadie se atreve, pero con elegancia. En sus comentarios, en sus intervenciones públicas, en sus textos, hay una veta humorística que funciona como espejo y como lupa, nos vemos reflejados, pero también ampliados.
UN ARTISTA DE MÚLTIPLES REGISTROS
Ricardo Lagos Silva es, en definitiva, un artista de múltiples registros. Pinta, escribe, comenta, coordina, enseña, provoca. Su obra no está encerrada en un taller ni en una galería, circula, se mezcla, se ríe, se emociona. Y en ese tránsito, nos invita a mirar el mundo con otros ojos —más curiosos, más libres, más nuestros.









