El grupo teatral La Galera vuelve a escena con una propuesta que une literatura, teatro y pertenencia territorial este sábado 20 de setiembre, a las 20 horas, en La Casa Diocesana – 25 de Agosto, 91. LAS ENTRADAS YA ESTÁN AGOTADAS
“Mi amigo Horacio” es la obra dirigida por Ricardo, fruto de un taller con niñas y adolescentes salteñas, que toma a Horacio Quiroga como punto de partida para hablar de algo mayor: la región y el respeto hacia la naturaleza.
¿Cómo nació este proyecto?
El año pasado trabajamos en un taller con niñas y adolescentes, la idea era seguir hablando de la región. Lo que nos inspira es todo lo que tiene que ver con el norte, con esa idea de federalismo que nunca se pudo realizar, pero que sentimos como una identidad.
Y nos parecía que Quiroga era el que mejor se vinculaba con las particularidades territoriales de nuestra identidad. Por eso, la obra se inspira en Quiroga como una puerta que, a través de sus personajes, nos permite encontrar nuestra voz para hablar de la región.
¿Qué importancia tuvo el taller en este proceso?
Acá en Salto cuesta mucho renovar el teatro. Los talleres que hay cumplen su ciclo y después los participantes no saben qué hacer. No hay un trabajo en gestión, ni un espacio claro para que continúen.
Por eso hicimos este taller: para sacar gente nueva, y ojalá que alguno quede para renovar el grupo y darle movimiento a la escena salteña. Participaron 16 y, finalmente, quedaron 11, que son quienes pudieron comprometerse con los ensayos.
¿Quiénes integran el elenco?
Son once niñas y adolescentes, de entre 8 y 17 años. Hay un único actor adulto que interpreta a Horacio. La historia es la de una profesora de Salto enamorada de Quiroga que organiza una excursión con sus estudiantes.
En la selva, dos chicas se pierden y se encuentran con animales que provienen de Anaconda y Cuentos de la Selva. Esos animales tienen conflictos heredados de los relatos de Quiroga y las chicas deben enfrentarse a eso.
¿Cómo aparece la figura de Quiroga en la obra?
En realidad aparece un hombre llamado Horacio, que no sabemos si es o no Quiroga. Lo importante es que es alguien que aprendió a vivir en la selva y que es respetado por los animales. También trajimos a Quiroga como personaje, pero no de acción, sino como una carga que nos dejó: su influencia, que a veces nos orienta y otras nos limita.
¿Cómo fue el proceso creativo con los chicos?
Nosotros les dimos un patrón inicial, pero la obra terminó siendo construida por ellos. Los gurises acomodaron los personajes a su manera, crearon situaciones y hasta aportaron frases para la canción final, que yo compuse a partir de lo que ellos me dijeron.
La idea era que pudieran pensar qué significa la selva para los animales y para el ser humano. Incluso inventamos un personaje que es la propia selva, con su comportamiento frente a quienes la habitan y a los extraños que llegan.
¿Qué equipo acompaña esta producción?
Al frente estuvimos dos: Jorge Pablo Molina, que juntó todas las ideas y escribió el libreto, y yo. También participan artistas locales: Rafael Maciel en iluminación, Laura Lucas en maquillaje, y en la música trabajé con Álvaro Márquez y Martín Prudenza.
¿Dónde se están presentando?
En la Casa Diosesana, frente a Plaza Artigas. Nos sentimos muy cómodos ahí y queremos revitalizar el lugar como espacio cultural, que no sea solo para nosotros. La idea es abrirlo y que se transforme en un punto de referencia.
¿Qué los mueve con este proyecto?
Lo que nos mueve es sumar once nuevos talentos a la escena salteña, para darle continuidad al teatro en Salto, que los gurises tengan un lugar adonde ir después de los talleres y que desde acá podamos seguir hablando de lo que somos como región.
