Cuando a los 36 minutos del primer tiempo Brian Rodríguez definió con el 1 a 0 transitorio tras el impacto de Fabio Rondán en el madero, pareció que todo transcurría a la medida del domingo que soñó y quiso Ceibal. Un domingo en paz, sin sofocones, porque a esa altura sumaba un 4 a 0 neto sobre Nacional de Florida, teniendo en cuenta los tres goles en condición de visitante. Antes del final de ese primer tiempo, Scocozza metió un frentazo para establecer el 1 a 1.
Pero todo cambió en el segundo tiempo, porque de aquel Ceibal más o menos bien diseñado en el primer tiempo, se transformó en un equipo sin regularidad en la búsqueda y lejos del equilibrio. Se desacomodó con facilidad en la cancha y apareció este Nacional visitante, que fue adquiriendo en el trámite, más de una razonable cualidad.
Fue decidido a ser más de lo que había sido y creó desnivel primero en zona de volantes, para instalar el operativo de llegada en los últimos metros. Ya en los 4′ Montañez había gritado el segundo gol y Ceibal perdiendo consistencia general.
La expulsión de Matías Alvarez en el equipo visitante, no le restó vuelo y no dejó de apostar. Las variantes ensayadas lo volvieron más creíble aún y Ceibal fue mermando todo: en ideas y en proyección. Costó reconocer al Ceibal de los últimos 20′, sin ser suficiente para anticipar, con descontroles defensivos y ya sin variables ofensivas.

Cuando el partido se moría, Michel Fumero gritó el tercer gol, como para acentuar la pesadilla. Menos mal que a Nacional no le quedaron más minutos, para el intento final. Ceibal salvó la parada, no guardando ninguna relación con el equipo íntegro que ganó y goleó en Florida.
Obtuvo la clasificación, pero hay que creerlo: no le sobró nada.