Al planificar una obra vial, por lo general costosa, lo primero a estudiar según nuestro pobre conocimiento es la posible demanda o cantidad de usuarios que tendría la obra a ejecutar.
Esto decimos porque siempre que hemos escuchado a impulsores de la extensión de la ruta 31, que saliendo de Salto y pasando por lugares muy pintorescos, llega hasta Tacuarembó ha sido siempre muy similar “no hay interesados en ella, porque no hay una comunicación fluida ni hacia Salto ni hacia Tacuarembó”.
Se podrá discrepar, pero el argumento es válido. Tan es así, que no podemos olvidar que en el Uruguay el puente más largo (cerca de dos kilómetros) está hecho, pero no se usa, porque está en un camino vecinal que une Tacuarembó con Durazno y tiene casi nulo el tránsito.
Constituye una de las mayores inversiones viales del Uruguay y nadie o casi nadie lo usa.
Otra muestra. Desde la década de los ochenta escuchamos hablar del puente de Monte Caseros (Corrientes, Argentina) y Bella Unión (Artigas, Uruguay), proyecto al que luego se uniría Brasil y el puente en forma “ye”, con centro en la isla brasilera, pareció tomar forma definitiva.
Muy lejos de eso, hoy cuando vuelve a hablarse de la posible construcción de un puente desde Caseros a Bella Unión, nos preguntamos ¿será utilizado o permanecerá ocioso? Más allá de lo que significa el movimiento de la construcción de semejante puente, lo que representaría en trabajo para la gente del lugar, nos preguntamos si se han hecho estudios serios.
Si tiene mercado demandante si es necesario ese cuarto puente entre Argentina y Uruguay, además de la conexión aérea y la fluvial entre los puertos de Montevideo y Buenos Aires.
Los lectores de estas columnas conocen nuestra posición en relación a la navegabilidad del Río Uruguay. Siempre la hemos considerado inviable. A la prueba está como mudo testigo de esta irracionalidad la esclusa para barcos de aguas arriba de la represa, la que permanece ociosa desde la terminación de la represa porque no hay interesados en usufructuarla y además para salvar el obstáculo de la represa y las escolleras de piedra de Salto Chico, es necesaria la construcción de un canal de navegación de 13 kilómetros, planificado para ser construido en territorio argentino, pero nunca concretado debido a su alto costo y nula utilidad.
Creemos que el esfuerzo que se intenta entre los principales sectores políticos del departamento merece una mayor y mejor planificación para que las obras sean realmente útiles para el desarrollo de la región y el país.
A.R.D.
Que no sean inútiles
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